Osoro deja la vicepresidencia de la Conferencia Episcopal y seguirá viviendo en Madrid

El emérito se mudará a un piso cercano a la catedral a «rezar, confesar y escribir»

José Cobo: un arzobispo joven con poca experiencia pastoral y de marcado acento social

El cardenal Carlos Osoro Tania Sieira

«Rezar, confesar, descansar y escribir». Esa será ahora, según confesó este lunes en una rueda de prensa, la rutina del cardenal Carlos Osoro, después de que el Papa Francisco haya aceptado su renuncia como arzobispo de Madrid. Osoro, que acaba de cumplir ... 78 años, también tendrá que abandonar la vicepresidencia de la Conferencia Episcopal a partir del 8 de julio, cuando tras la toma de posesión de José Cobo, deje de ser administrador apostólico y abandone la última responsabilidad que todavía le une al gobierno en funciones de la diócesis.

Osoro seguirá viviendo en Madrid, «en un piso vacío detrás de la catedral», por lo que se dará la circunstancia histórica de que la diócesis cuente con tres arzobispos, dos éméritos que además son cardenales, el propio Osoro y Antonio Mª Rouco, y el nuevo titular, José Cobo. Un complejo ejercicio de convivencia eclesial al que habrá que estar atento en los próximos meses.

En los próximos dos años, hasta que el 16 de mayo de 2025 cumpla los 80 años, Osoro mantendrá su derecho a participar en un hipotético cónclave, lo que todavía le aporta una cierta influencia más moral que real. Sin embargo, al pasar a la condición de emérito ya no podrá ejercer ningún cargo oficial.

Por lo pronto, el 8 de julio le sustituirá como vicepresidente en la Conferencia Episcopal el obispo de Málaga, Jesús Catalá, «el miembro de la Comisión Ejecutiva más antiguo por ordenación episcopal», tal y como recogen los estatutos de la entidad. Será un mandato efímero, apenas cuatro meses, pues en noviembre, será la Asamblea Plenaria la encargada de elegir, por votación, al nuevo vicepresidente, que también tendrá un mandato corto. En marzo de 2024 corresponde la renovación de toda la cúpula del Episcopado.

De esta forma, la elección de noviembre puede convertirse en una especie de «primarias» en las que los diversos sectores episcopales midan fuerzas sobre quien estará al frente de la Conferencia Episcopal en los próximos años. Descartado Omella para la reelección, tanto por la edad (estará a punto de cumplir los 78 años) como porque él mismo ha anunciado su intención de abandonar el cargo, no parece que, a pesar de haber sido elegido por el Papa, el nuevo arzobispo de Madrid acabe ocupando el lugar que ahora tiene Osoro en la cúpula eclesial.

Más bien parece que la elección de los obispos puede recaer en otros nombres que, incluso, en algún momento se barajaron para la sucesión en Madrid, pero fueron descartados por el Papa. El arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, que ya fue secretario general de los obispos, y Mario Iceta, arzobispo de Burgos, son los más suenan para este cargo. Su perfil moderado, su firme posición doctrinal, la formación académica civil (Argüello es abogado e Iceta médico), y su capacidad de interlocución con la sociedad y los sectores políticos, son sus principales bazas.

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