Los médicos jóvenes están al límite, agotados y sin ganas: «Solo piensas en que acabe ese infierno»
La Organización Médica Colegial alerta de que más de la mitad de los nuevos facultativos sufren 'burnout'
Las nuevas generaciones no son más débiles, defienden, pero ponen límites a un sistema sanitario desfasado
No faltan médicos, hay más que nunca y se avecina paro en diez años
Ángel Gávila, especialista en Cirugía General y Digestiva y actor, en Barcelona
Hace dos años, Elena Ruiz, entonces con 31 años, ejercía la Medicina en el servicio de urgencias del Hospital General de Castellón de la Plana. A esa ciudad se había desplazado años antes desde su Murcia natal para formarse como especialista en Medicina Familiar y Comunitaria ... . Pero una vez finalizada la residencia y con su primer contrato en marcha, la falta de sueño, el cansancio y la desmotivación se convirtieron en constantes. Comenzó a replantearse su vocación y decidió darse un tiempo para parar y reflexionar sobre si quería seguir.
«Empecé con un contrato de guardias completamente consciente de lo que me esperaba, pero quería formarme en urgencias y en ese momento me apetecía. Poco a poco me lo fui cuestionando conforme vi que mi calidad de vida, pese a haber normalizado que este era mi trabajo, iba cada vez a peor», relata esta joven a ABC. A eso se sumó encontrarse con que la forma de ejercer la profesión no era la que esperaba, sino más bien «de tener que hacerlo todo deprisa y no poder dedicarle tiempo de calidad al paciente». Y viendo cómo su salud mental empeoraba decidió parar y encontró en la cerámica, que entonces era la afición que le ayudaba a dejar atrás el estrés, su nuevo oficio.
El caso de Elena Ruiz no es aislado. Más de la mitad de los médicos jóvenes españoles están agotados emocionalmente y sufren despersonalización y baja realización personal. Así lo constata el 'Estudio Ikerburn: de la vocación al agotamiento', presentado recientemente por la Organización Médica Colegial (OMC), que revela la alarmante prevalencia del síndrome de 'burnout' (o desgaste profesional por el agotamiento físico y mental derivado del estrés laboral) entre los facultativos. El informe, en el que se incluyeron los datos de 1.400 médicos jóvenes de todo el país, constata además que el 93,9% de ellos presentan síntomas compatibles con desgaste profesional.
Alcohol y ansiolíticos
Y el 'burnout' tiene consecuencias: dos de cada tres médicos jóvenes sufren insomnio, el 38% recurren a ansiolíticos o alcohol y uno de cada cuatro ha necesitado una baja laboral por esta causa. Otros acaban dejando la profesión. La OMC alerta de que esta situación comienza durante los años de residencia y que aunque debería ser excepcional se está convirtiendo en la norma en toda una generación que es y será la encargada de sostener el sistema sanitario durante los próximos años. La sobrecarga de trabajo a la que se enfrentan los profesionales, las guardias de 24 horas y las condiciones de los contratos son algunos de los puntos que el informe señala como causas.
Elena Ruiz, durante su etapa como residente
Fue precisamente durante sus años de formación como especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo cuando Ángel Gávila vivió su primer ataque de ansiedad, concretamente, durante una guardia. También sufrió una depresión que le duró casi tres años. «La 'gracia' es que se consideraba normal que hubiera pasar por esto. Se veía como un signo de resiliencia sacrificar tu propia salud para salvar a los pacientes», explica este médico, ahora de 37 años.
Cuando comenzó el MIR en un hospital de Barcelona, recuerda Gávila, se encontró con un mundo para el que no le habían formado, «lleno de hostilidad, con un grado de responsabilidad para el que no estaba preparado y con una presión asistencial brutal por la falta de médicos». Con su salud mental tocada, decidió continuar y terminar la residencia, aunque «contando el número de guardias que me quedaban como si fuera un preso que cuenta los días para salir de la cárcel». Pero se encontraba completamente agotado. «En esas circunstancias te importa muy poco el paciente, solo buscas sobrevivir tú y que pase otro día y acabe pronto ese infierno».
Guardias
Cuando Gávila terminó la residencia le ofrecieron un contrato en el hospital, pero lo rechazó y optó por formarse como actor, afición que durante el MIR tuvo que dejar de lado por la falta de tiempo. Entre otras cosas, escribió una obra sobre la situación por la que pasan estos médicos, 'Pijamas verdes', en la que también actúa. Mientras despega esta carrera continúa haciendo guardias en un servicio de urgencias, pero sin que ese sea el centro de su vida como lo fue en otra época.
«El sistema sanitario está montado para otras generaciones»
Domingo A. Sánchez
Representante de médicos jóvenes de la OMC
La duda que surge es si esto antes no pasaba, si es un problema exclusivo de las generaciones más jóvenes. «Responde al cambio generacional», apunta Domingo A. Sánchez, representante nacional de médicos jóvenes de la OMC y uno de los autores del informe, que califica los resultados de «alarmantes», más de lo que esperaban. «Las últimas generaciones hemos entendido que la vida es más que trabajar», prosigue. El sistema sanitario, dice, «está montado para otras generaciones» y cuando los más jóvenes llegan se encuentran con un sistema que no les permite conciliar.
¿Debilidad?
Eso, incide Sánchez, no significa que las nuevas generaciones sean más débiles. «Nos hemos formado en un entorno casi de guerra con el Covid y hemos sacado adelante mucho. Lo que pasa es que ahora ponemos límites», apunta.
La sanidad pública, asegura por su parte Martha Lovera, médico de urgencias, se sostiene «gracias a los residentes». «Hay compañeros que están cobrando mil euros y no se pueden pagar un piso y tienen que compartir con otros cinco», lamenta. Las condiciones laborales son el principal problema, afirma.
La médico de urgencias Martha Lovera
Esta facultativa se rompió tras el Covid, que fue «un antes y un después» para muchos profesionales que venían ya de un sistema saturado. «Me vi agotada frente a un paciente que se estaba rompiendo. Y yo, que siempre he sido súper empática, estaba como quien oye llover», confiesa. Pensó en dejarlo, pero su entorno la convenció de que no lo hiciera y buscó una clínica privada en la que poder hacer turnos menos exigentes. Así se dio cuenta de que lo que tenía era agotamiento y se «reconcilió» con la profesión que había deseado ejercer desde que tenía 6 años.
Pero cuando toman este tipo de decisiones, los facultativos también deben enfrentarse a un sentimiento de culpa que los acompaña durante mucho tiempo. A Elena Ruiz le sigue acompañando dos años después. «No te sientes muy arropado por mucha gente porque parece que si eres médico el trabajo va por delante de todo, hasta de lo que puedas sentir, y en las caras de la gente ves la sorpresa y te preguntan constantemente cuándo vas a volver a trabajar», explica. Pero tras pasar por ese proceso «complicado» de asimilarlo, y con su empresa, Moglï Cerámica, empezando a funcionar bien, a día de hoy esta joven no tiene «ningún interés» en volver a ejercer la Medicina. Tampoco cierra la puerta a volver algún día, «pero encontrando el lugar que me permita ejercer esa idea de Medicina que quiero, sin esas prisas y sin esas guardias de 24 horas. Me respetaría a mí un poco más», concluye.