La marcha del nuncio sin que haya relevo frena el nombramiento de obispos en España

Una docena de diócesis espera la llegada de un nuevo prelado, pero los expedientes que no estén presentados en Roma quedarán paralizados

Reordenación ante León XIV: nuevas lealtades, viejos equilibrios

El nuncio Bernadito Auza ayer en su despedida, en Madrid. Dejará definitivamente la legación diplomática del Vaticano en nuestro país

España se queda sin nuncio. Mañana miércoles 21 de mayo Bernadito Auza dejará definitivamente la legación diplomática del Vaticano en nuestro país para asumir el nuevo encargo que el Papa Francisco le encomendó, cuando aún estaba hospitalizado en el Policlínico Gemelli: la nunciatura ... ante la Unión Europea.

Desde el jueves, la labor ordinaria en la nunciatura para España y Andorra queda en manos del primer consejero, el sacerdote polaco monseñor Roman Walczak, pero algunas de las tareas clave según el Código de Derecho Canónico, como «transmitir o proponer a la Sede Apostólica los nombres de los candidatos» a obispos, así como «instruir el proceso informativo de los que han de ser promovidos», quedarán paralizadas hasta que el Papa nombre al sucesor de Auza.

En su último acto, Bernardito Auza agradeció su presencia en nuestro país y recordó como siempre que «la Iglesia en España siempre está cerca del Papa». «Me voy de España con los recuerdos más felices. Amo y admiro este pais desde hace mucho tiempo y ahora más», añadió.

Tras su marcha, el nombramiento de su sucesor va a ser uno de los primeros desaguisados que León XIV tiene que resolver en relación con la Iglesia española. Las prisas de algunos sectores eclesiales por sacar a Auza de la sede de Pío XII, provocaron que su promoción a la Unión Europea se acabara acelerando durante la hospitalización del Papa Francisco (en el mismo tiempo en que llegó a tener dos episodios que casi le cuestan la vida según reconocieron después los médicos), y se materializara, sin haber encontrado todavía un relevo, el día antes de ser dado de alta.

Una circunstancia poco habitual para una de las sedes clave de la carrera diplomática vaticana, por lo que siempre se ha cuidado que el anuncio del nuevo nuncio se produjera a la vez que se promocionaba al anterior. Sin embargo, en este caso se priorizó la salida de Auza, que llevaba años sufriendo la presión de algunos sectores eclesiales que le acusaban de promover candidatos al episcopado «poco acordes al perfil querido por el Papa Francisco». En ese sentido, Auza llegó a vivir una situación inédita en la Iglesia católica cuando desde Roma se nombró a una «comisión de ayuda al nuncio», para que supervisara junto a él los candidatos antes de que enviara la terna final al Dicasterio para los Obispos.

La comisión, encabezada por el entonces presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Juan José Omella y compuesta por algunos eclesiásticos de su confianza, supuso en la práctica un embudo en el proceso. Por contra, el cardenal Omella ganó influencia en los nombramientos, pues al ser también miembro del Dicasterio para los Obispos en el Vaticano ejercía una doble presión a modo de pinza, tanto en la selección en España como en la decisión final del nombre que se presenta al Papa para el nombramiento, una tarea que recae en el dicasterio.

Sin embargo, tras el nombramiento como prefecto para los Obispos del entonces cardenal Prevost, en enero de 2023, y posteriormente la llegada del cardenal José Cobo y el obispo de Teruel, José Antonio Satué, en septiembre de ese mismo año, fueron dejando sin efecto la comisión de ayuda al nuncio.

Sin embargo, los nombramientos cobraron con claridad un perfil muy marcado por Cobo, que según su entorno, había recibido el encargo de Francisco de «alinear la Iglesia española con el Papa». Sin embargo, el nuncio, elegante y fiel al espíritu diplomático en que ha sido instruido, nunca hizo referencia alguna a las presiones y siguió adelante con la tarea que le encomienda el Derecho Canónico con respecto a los procesos de nombramiento de obispos.

Una muestra de independencia que fue vista como un «desafío» por quienes no compartían sus criterios de selección, que comenzaron a airear en círculos eclesiales el «descontento» del Papa Francisco con su labor y su «inminente» salida de España, que, dado el empeoramiento de salud de Francisco, acabó siendo más bien precipitada.

Para estos sectores, la salida de Auza allanaba el proceso de nombramiento de nuevos obispos, al dejar las manos libres a los tres miembros españoles del Dicasterio para los Obispos, que además contaban con el respaldo del Papa Francisco. En un intento de ningunear el papel de Auza, no faltaron los medios que calificaron su promoción a la UE como un «cese», sin dejar de recordar el buen estado de salud del Papa, pese a que estaba hospitalizado, y su plenitud de facultades para seguir gobernando la Iglesia.

Pese a esta situación, en su despedida en la pasada Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, el 31 de marzo, Auza reconocía a los medios que «durante mi tiempo de cinco años y poco más de mandato aquí, hemos tenido casi 50 nuevos obispos, nuevos nombramientos y muchos nuevos obispos, seguramente la parte, podemos decir, la responsabilidad más importante que el Santo Padre me ha confiado«.

Ahora, tras la muerte del Papa Francisco y con la salida de Auza sin un relevo definido, no queda más que paralizar los procesos de nombramiento de obispos abiertos en España, ya que el Código atribuye esa función en exclusiva al nuncio y no a los oficiales de la nunciatura. Conviene recordar que León XIV, además de conocer perfectamente la situación por haber sido prefecto para los Obispos los dos últimos años, es doctor en Derecho Canónico.

Otra cuestión son los expedientes ya enviados a Roma, que son varios, según ha podido conocer ABC. El Papa León XIV, que todavía no ha nombrado a quien le sustituya al frente del Dicasterio para los Obispos, no parece dispuesto a dejarle trabajo pendiente a su sucesor y ha convocado a los miembros del Dicasterio a una reunión ordinaria para esta misma semana. «Es normal que el Papa quiera dar salida a las carpetas que ya están en Roma, por lo que en las próximas semanas podremos conocer nuevos obispos españoles», han explicado a ABC fuentes del episcopado conocedoras de este proceso.

Sin embargo, son cerca de una docena las diócesis que esperan relevo por la renuncia de su obispo o por estar vacantes, y los expedientes que no se encuentren ya en Roma tendrán que esperar a la llegada de un nuevo nuncio para ser reactivados. Esta vez, las prisas por «alinear» la Iglesia española con el Papa han acabado parando la maquinaria de los nombramientos, con el añadido de que el Papa con el que tienen ahora que alinearse se llama León XIV y no Francisco.

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