León XIV nombra a Satué obispo de Málaga y cierra su opción de suceder a Omella en Barcelona

José Antonio Satué nació en Huesca hace 57 años y pasó su infancia en la localidad oscense de Sesa. En 1987, con 19 años, tras obtener el título de FPII como especialista en electrónica industrial, descubrió su vocación sacerdotal que le llevó al seminario metropolitano de Zaragoza. Fue ordenado sacerdote en 1993 en la catedral de Huesca por el entonces obispo de la diócesis, Javier Oses.

Tras ocupar varios encargos pastorales en la diócesis oscense, en 2002, el entonces administrador apostólico de la diócesis, Juan José Omella, le envió a Roma para completar estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana, donde consiguió la licenciatura en Derecho canónico. Tras su vuelta a la diócesis, en 2004, fue nombrado vicario general y administrador de la curia. En 2015, ya con el Papa Francisco, fue nombrado miembro de la Congregación para el Clero, donde trabajó como oficial hasta su nombramiento episcopal en 2021.

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De esta forma, el 16 de julio de 2021, el Papa Francisco le nombró obispo de Teruel y Albarracín. El entonces presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella, fue el celebrante principal en su consagración episcopal, el 18 de septiembre del mismo año. No en vano, en este tiempo, Satué ha sido el hombre para todo de Omella, tanto en España como en Roma.

Por intercesión de Omella, cuando en septiembre de 2022, tras comprometerse durante el rodaje de la película 'Amén', el Papa Francisco ordenaba la reapertura del proceso canónico a José María Martínez, el profesor del colegio Gaztelueta acusado y condenado civilmente por abusos a un menor, Satué era nombrado presidente-delegado pontificio del tribunal encargado de la reapertura.

Tras un largo y polémico proceso, Satué firmaba un decreto a finales de 2024 (que no se hizo público hasta marzo de este año) en el que ordenaba la expulsión de Martínez del Opus Dei, de la que se desconoce si se ha hecho efectiva, al haber recurrido al exprofesor la decisión y pedir su salida de la prelatura justo en ese momento. Además, Martínez también ha demandado civilmente a José Antonio Satué, al que acusa de un «atentado contra el honor» en los juzgados de Pamplona. El proceso se encuentra abierto en estos momentos y en espera de la comparecencia y declaración del ahora obispo electo de Málaga.

Omella también intentó, en noviembre de 2022, que Satué fuera incluido en la terna para la elección del secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal, pero la Comisión Permanente se plantó ante la exigencia de quien entonces era su presidente y desestimó la idea. El cargo de secretario del Episcopado, que lleva emparejada la portavocía, tiene una gran proyección pública, por lo que la mayoría de quienes lo ocupan suelen finalizar sus servicios con algún tipo de promoción eclesial.

En aquellos momentos, en ambientes eclesiales circulaba el rumor de que Omella estaba apostando por Satué como su sucesor en la archidiócesis de Barcelona, la segunda más grande en España y que suele llevar asociado el cardenalato, por lo que un cargo como el de secretario general podía acelerar la carrera del entonces obispo de Teruel. No fue posible.

Sin embargo, unos meses después, en septiembre de 2023, Satué era nombrado miembro del Dicasterio para los Obispos, al que ya pertenecía Juan José Omella, entonces muy cercano al Papa Francisco, que también le había designado miembro del C9, el consejo de nueve cardenales que le asesoraba. A la par que Satué, también entraba en el dicasterio José Cobo, que unos meses antes había tomado posesión como arzobispo de Madrid y al día siguiente el Papa anunciaba que lo creaba cardenal.

La presencia de Satué en la denominada «fábrica de los obispos» siempre ha sido vista como un tanto extraña en ambientes eclesiales. Dado que el dicasterio tiene como misión principal el nombramiento y la promoción de los obispos, quienes lo componen suelen ser cardenales o arzobispos que ya ocupan las sedes más importantes, la presencia del obispo de una de las diócesis más pequeñas de España no acababa de ser bien entendida. «Es como si el botones estuviera en el consejo de administración de un banco y tuviera que tomar decisiones que le afectan directamente o sobre quienes, a priori, son superiores suyos», explicaba a ABC un experto hace unos meses.

De hecho, parece lógico que Satué se haya tenido que inhibir en este proceso, dado que le afectaba de forma directa. Con su nombramiento para Málaga se cierra definitivamente la posibilidad de que sustituya en Barcelona al cardenal Omella, quien presentó su renuncia hace más de cuatro años y que cumplirá 80 años el 21 de abril de 2026. También evidencia hasta qué punto ha perdido fuelle la otrora enorme influencia de Omella en el nombramiento de obispos, de la que el propio Satué es ejemplo. Si en Teruel apenas ha estado cuatro años como obispo, sería inviable que con menos de uno volviera a cambiar de sede.

No debe retrasarse más que unos meses el relevo de Omella, pues los 80 años es el límite que establece la normativa canónica para ejercer cargos eclesiales. Sin embargo, las opciones de relevo no son muchas y se minimizan si se tiene en cuenta el requisito no escrito de buscar un candidato que hable catalán, que Satué no cumplía pero estaba dispuesto a subsanar. Sería muy extraño —ya lo era con Francisco y ahora mucho más con León XIV, que está respetando todos los códigos eclesiales— que, para ocupar la segunda diócesis de España, fuera elegido un candidato que no sea obispo previamente, con experiencia previa de gobierno.

Pero la mayor parte de los obispos catalanes apenas llevan un par de años, incluso meses, en el cargo, por lo que, a priori, quedan descartados. Así, el candidato natural podría ser el actual arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, al frente de la diócesis desde 2019, pero su nombre apenas ha aparecido en las quinielas, lastrado por sus vinculaciones con el nacionalismo y un perfil bajo. Así, aumentan las posibilidades de los arzobispos de Sevilla y Valencia, José Ángel Saiz Meneses y Enrique Benavent respectivamente, aunque el primero lleva cuatro años en la capital andaluza, mientras que el valenciano cumplirá tres en diciembre.

Otro de los nombres que se baraja es el de Jordi Bertomeu, que aunque no es obispo, tiene experiencia vaticana al pertenecer al Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Sin embargo, su perfil parece que encajaba mejor en el anterior pontificado y en los procesos acelerados de nombramientos que se vivían, mientras que ahora, quizás haya que esperar a la llegada de un nuevo nuncio a España para que arranquen las consultas para dilucidar quién sucederá a Omella en Barcelona.