La Iglesia sorprendente que espera a Francisco en Indonesia
«En un país tan variopinto y de geografía descoyuntada, la lucha por la cohesión es un esfuerzo una constante, tanto de la sociedad civil como de la política»
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En pocos días el Papa Francisco llegará a Indonesia (3 a 6 de septiembre) en el marco de un extenso viaje que le llevará también a Timor Oriental, Papúa Nueva Guinea y Singapur. La primera y más importante estación de este viaje es Indonesia, ... un inmenso y variopinto archipiélago cuyos pobladores están acostumbrados a que tiemble la tierra, les invada el mar o se desborde la lava de sus volcanes, como a las tensiones étnicas, sociales y religiosas que con frecuencia han colocado a un país pujante al borde del precipicio. No es extraño que una de las mejores conocedoras de esta tierra, Elizabeth Pisani, la haya calificado como «una nación improbable«. Sin embargo, ahí sigue.
En un país tan variopinto y de geografía descoyuntada, la lucha por la cohesión es un esfuerzo una constante, tanto de la sociedad civil como de la política. Aquí el riesgo de desconexión no es algo teórico o ideológico sino un problema que requiere una tensión cotidiana de solidaridad. Hablamos del país con mayor número de musulmanes el mundo, 224 millones, mientras los cristianos no llegan a 32 millones, aproximadamente un 11% de la población. Los católicos constituyen el 3%, unos 8 millones de personas. Estas cifras necesitan completarse con otros elementos para obtener una imagen real, porque hay regiones en las que los cristianos llegan a ser mayoría y, en todo caso, constituyen una fuerza social importante y reconocida con influencia en diversos sectores sociales, incluso en la política.
La Constitución de Indonesia está inspirada por la denominada «Pancasila», un conjunto de principios que establecen la armonía social y la convivencia interreligiosa dentro de un contexto evidentemente musulmán. Con idas y venidas, los sucesivos gobiernos hasta hoy se han mantenido en esa línea, y eso ha permitido una convivencia razonable, aunque no ha faltado el flagelo del yihadismo ni tampoco son extraños episodios de intolerancia respecto a los cristianos, especialmente en lugares donde el poder central está menos presente. En todo caso, los cristianos no cultivan un sentimiento de minoría asediada, sino que se consideran ciudadanos de pleno derecho. Como decía recientemente el arzobispo de Yakarta, «nosotros somos cien por cien católicos y cien por cien indonesios».
Desde 1989, cuando san Juan Pablo llevó a cabo su inolvidable visita, los católicos indonesios no han podido recibir al Papa en su país. Desde entonces se ha confirmado el dinamismo sorprendente de esta comunidad a la que, por sus números globales, podemos considerar pequeña, pero que experimenta un llamativo incremento de vocaciones sacerdotales y a la vida religiosa, mientras los laicos cobran una conciencia creciente de su misión en los diferentes ambientes sociales. Los obispos, que están celebrando 100 años de su primera gran asamblea, han asumido un estilo de presencia que combina la claridad con la moderación, y que no rehúye los temas más vivos de la conversación nacional.
Falta poco para que contemplemos la alegría de este pueblo cristiano que va a recibir al sucesor de Pedro y que espera escuchar su orientación paternal. Seguro que también Francisco va a quedar sorprendido y acogerá muchos elementos de aquella joven comunidad que pueden ayudarnos a afrontar la misión en el contexto europeo.
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