Incendiarios, sequía y viento: el cóctel que desboca el fuego en el norte de España

Asturias da por controlados la mayoría de los incendios, que descienden a 71 este sábado

El mes de marzo es la época fuerte de los incendios en la cornisa cantábrica, la mayoría de las veces debido al uso negligente o intencionado del fuego

La primavera será clave para la campaña de verano: «O vienen lluvias o esto pinta muy mal», dicen expertos

Así se ven los incendios de Asturias desde el espacio

El Monte Naranco, próximo a Oviedo, asediado por las llamas EFE | ATLAS

Ningún medio humano podía acabar este viernes con el fuego en Asturias. Decenas de incendios simultáneos emergieron con fuerza por toda la comunidad, avivados por el viento y alimentados con el combustible en forma de biomasa acumulado en el campo. «Intentar hacer ... un ataque al incendio es imposible», reconocía el gerente de Emergencias del Principado, Óscar Rodríguez, sobre las llamas que cercaban Oviedo, en el Naranco. El objetivo en toda la comunidad acabó limitado a salvar vidas, no el terreno. Y esperar a que la llegada este sábado de vientos más húmedos y lluvias ayude a sofocar lo que el hombre por sí solo es incapaz.

Este sábado, las condiciones han cambiado radicalmente. Hay 71 fuegos activos en Asturias, la mayoría controlados o en fase de estarlo, según el gerente del Servicio de Emergencias del Principado, Óscar Rodríguez, quien ha dicho que la situación actual es favorable. Solo los fuegos de Aballe, en Parres, y el de Cutiellos, en Belmonte, están sin controlar, pero se esperan lluvias. También Cantabria ha logrado apagar la mayoría de los focos. El presidente de Asturias, Adrián Barbón, ha vuelto a insistir en que la proliferación del fuego se debe a «terroristas». «Son actuaciones coordinadas», dijo.

En el noroeste de España, los meses de febrero y, sobre todo, marzo, se corresponden con «la época fuerte de los incendios, siempre lo ha sido», dice Javier Madrigal, científico titular del Centro de Investigación Forestal del INIA-CSIC y profesor asociado de la Universidad Politécnica de Madrid. La última gran Estadística General de Incendios Forestales, con datos de un decenio completo, muestra que marzo es el segundo mes –solo por detrás de agosto– con mayor número de incidentes, aunque no afectan a tanta superficie como en verano.

Setienes, Asturias Reuters

Las heladas del invierno dejan la vegetación «a punto de caramelo» para arder, corrobora Eduardo Rojas, decano-presidente del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes. La vegetación apenas ha brotado y la biomasa se acumula por los cambios de uso del suelo y el abandono rural. Si además sopla el viento de componente sur –como el de los últimos días–, con baja humedad, el norte tiene alto riesgo de prender. Y este año se añade la sequía.

«Puede que el número de focos sea similar al de otros años, pero que las condiciones adversas haga que sea mayor la superficie», dice Madrigal.

¿Son intencionados?

Si el campo tiene la base para propiciar un incendio, el origen tiene un componente humano. «Las cifras de incendios del mes de marzo se deben mayormente al uso accidental, negligente o intencional del fuego con objetivo de transformación del territorio», reconoce el informe del Ministerio para la Transición Ecológica sobre los incendios del último decenio en el mes de marzo.

«Son los llamados 'incendiarios'», dice Madrigal. En su mayoría son agricultores y ganaderos que preparan el terreno para la temporada, eliminando pastos o limpiando rastrojos, a los que se les descontrola el fuego, explica. Para hacer estas labores deberían pedir permiso a la administración –que lo deniega en los días de alto riesgo de incendios–, pero hay quienes no lo hacen.

La situación de los últimos días responde a una clara intencionalidad, aseguran las autoridades de Asturias. La forma en la que se han multiplicado los focos no se corresponde con el sentido del viento. «Estamos ante una situación que nunca habíamos vivido», dijo el viernes el presidente del Principado, Adrián Barbón. «Hay un auténtico terrorismo, porque no se puede explicar de otra manera el porqué se ha incendiado el Naranco, tan cerca de Oviedo, o por qué se está incendiando el entorno del cuartel de Cabo Noval», afirmó.

«Es un cúmulo de factores», afirma Jordi Vendrell, director de la Fundación Pau Costa de prevención y gestión de incendios forestales. Y en el norte se suma «una componente antrópica, pero no de pirómanos, que esto nada tiene que ver», sino más bien de cierto «oportunismo incendiario».

Setienes, Asturias Reuters

Para el responsable del Servicio de Emergencias asturiano, nunca se había registrado una situación similar en sus 31 años como profesional de emergencias. Poco se puede hacer, dijo según EP, ante una acción coordinada de las personas que causan los fuegos más allá de velar por la seguridad de los profesionales de emergencias y de las personas que viven en las zonas afectadas.

Investigación

La Fiscalía Superior del Principado ordenó la apertura de diligencias de investigación preprocesales para esclarecer las causas de los incendios y «actuar contra los posibles autores, en los supuestos en los que se trate de fuegos intencionados». Las penas, en caso de haber culpables, pueden ir de uno a 20 años de cárcel. El presidente asturiano pedirá que se endurezca más el Código Penal.

La Fiscalía también le solicitó a Asturias que le remita los planes de prevención y gestión de esta temporada para la limpieza y acondicionamiento de los montes asturianos.

Porque una medida que tendría gran repercusión para frenar el avance de los fuegos es «asegurar que se ejecute lo que las comunidades tienen planificado», dice Vendrell. Es un problema generalizado. A día de hoy «no hay datos» sobre la ejecución de los planes de limpieza y prevención de incendios, igual que tampoco se conocen cuántas quemas se prescriben a nivel nacional, ejemplifica.

El año pasado, el Gobierno aprobó un real decreto con medidas urgentes en la lucha contra incendios que fue convalidado por el Congreso. La nueva norma introducía obligaciones adicionales en cuanto a prevención, extinción y restauración de los terrenos forestales afectados por incendios. Las comunidades debían tener listos sus planes para este 2023.

¿Se está cumpliendo? «Nadie lo sabe», dice Vendrell. Tampoco lo tiene claro el responsable nacional de Medio Ambiente de CSIF, Agustín Angulo. «Nosotros no lo sabemos, quien cuenta con esa información es el Ministerio, que es con quien tienen que cumplir las comunidades», asegura.

Qué ocurrirá este verano

Este 2023 ya ha dado su primer aviso. Con 4.700 hectáreas afectadas, el siniestro que comenzó en Villanueva de Viver (Castellón) la semana pasada y afectó también a Teruel no solo ha sido el primer gran incendio forestal del año, sino que ha despertado cierta inquietud entre los expertos.

«Desde la normalidad estadística, el incendio de Castellón es más extraordinario», dice Madrigal. No se trata de que no se puedan dar incendios en este peninsular a principios de la primavera, sino de la dimensión que ha alcanzado para un mes de marzo. Es significativo de la cantidad de material que puede prender en el monte, apunta. Y es demasiado similar a lo que habría en un verano normal.

Los últimos diez meses han sido muy secos y la continuidad de la biomasa en la zona «es enorme», corrobora Rojas. «Era la zona más crítica de la Comunidad Valenciana, lo habíamos advertido», asegura. «La orografía no la podemos cambiar, el clima no lo podemos cambiar, pero reducir la carga de biomasa es lo que podemos hacer», incide.

Todos los expertos consultados opinan que el clima de los próximos tres meses marcará en gran medida la temporada de incendios de este verano. «O vienen las lluvias de primavera en marzo, abril y mayo, o esto pinta muy mal», dice Angulo. Aunque, indica Vendrell, la sequía es tan intensa que aunque lloviese lo normal para la primavera, España seguiría en situación de sequía. «Pero si no llueve, no quiero decir apocalíptico, pero sí podría ser muy, muy complejo».

Solo puede jugar a favor de España la terrible temporada de incendios del año pasado. «Se quemó mucho y puede que no prosperen los incendios», dice Madrigal. O si el verano es muy seco, eso dé igual.

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