Un 'first dates' toledano para evitar la extinción del visón europeo
En Casarrubios del Monte está el mayor programa español de cría del mamífero más amenazado del país: 40 cámaras, 72 posibles cruces genéticos y encuentros planificados al milímetro para que el roce haga el cariño. La situación es tan compleja que ya no se descarta recurrir a la inseminación artificial
El visón europeo se encuentra al límite en España: solo quedan 142 ejemplares
Casarrubios del Monte (Toledo)
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Iniciar sesiónDesde hace ya tres semanas, el único cometido de Candy es revisar unas 40 cámaras de vigilancia a ver si Pineda, Clavija o Singra entran en celo. Cuando alguna de las 13 hembras de visón europeo que custodia estén receptivas, Candy tendrá que observar ... si copulan con sus compañeros macho. No siempre es fácil distinguir si están intimando o se están matando, pero la diferencia es crucial para el futuro de esta especie de pequeños mustélidos en peligro crítico de extinción. En España apenas quedan 142 en libertad. Es el mamífero más amenazado del país.
Tras un camino de tierra y baches en Casarrubios del Monte (Toledo) se esconden las instalaciones del mayor programa de cría en cautividad de visones europeos de España. Desde aquí, la Fundación para la Investigación en Etología y Biodiversidad (FIEB) lleva una década intentando reproducir una especie sobre la que pesa una espada de Damocles en el medio natural: la presencia del visón americano, un animal invasor mucho más grande, más eficiente y más agresivo que depreda y arrincona a los ejemplares autóctonos hasta haberlos dejado al borde de la desaparición.
La idea es ayudarlos a que se reproduzcan para después soltarlos. «El problema de la cría en cautividad es que los machos nacidos así rara vez crían en los centros», explica la directora de FIEB, Carmen Aranda. La estadística dice que de esos machos solo procrean un 5% al año, lo que limita mucho el crecimiento de la población y la obtención de una buena variabilidad genética que garantice su futuro. Se han introducido machos salvajes para intentar mejorar los datos, pero cerca de la mitad de las camadas que nacieron en FIEB el año pasado, por ejemplo, eran del mismo macho de campo, Sancho. Y los 129 cachorros nacidos en el centro desde 2015 solo proceden de ocho padres distintos. La situación es tan compleja que no se descarta probar nuevas técnicas de reproducción asistida en el futuro, como la inseminación artificial.
Mientras, con sus 28 visones europeos -dos machos y una hembra salvajes; y trece machos y doce hembras nacidos en cautividad- en FIEB hacen todo lo que se les ocurre para dar con la fórmula, por ahora secreta, que impulse la natalidad. La tabla con los 72 cruces posibles, jerarquizados según su valor genético, es solo orientativa. Cuando comience el celo y se empiecen a juntar los ejemplares en la misma jaula, serán ellos los que decidan si hay química.
Selección de pareja
«Cada año probamos tres o cuatro cosas diferentes para intentar encontrar el camino que haga que se encuentren mejor. Lo suyo sería encontrar el macho adecuado genéticamente y que copulara con la hembra. Pero no está pasando», explica Aranda. Hay algo más. Posiblemente entre ellos hay una selección de pareja.
Al visón Aduriz, por ejemplo, le costaba tres o cuatro días 'seducir' a una compañera. «Lo veías saltar por delante de la hembra... tenía que hacer mucha parafernalia para que le hicieran caso», dice Aranda. En cambio, Llorente era un conquistador nato. Le llegaron a ver copulando según estaban los veterinarios cerrando la puerta de la jaula. Solo una visona se le resistió. Llorente se esforzó: estuvo llevándole pollitos todos los días hasta su caja, para después quedarse esperando en la puerta a ver si así había suerte. No hubo manera. «Le cambiamos la hembra y ese mismo día estaba copulando», recuerda Aranda. Ellos normalmente mandan, pero ellas también deciden.
Para intentar que en esa primera cita las cosas fluyan mejor, en el centro han hecho pruebas de todo tipo a lo largo de los años. Han acercado las jaulas de hembras y machos antes de la época de cría para que se huelan; han intercambiado las heces antes de los encuentros para ver si mejoraba la afinidad; han enriquecido el ambiente de las jaulas de los machos para que sean más 'avispados' e incluso han analizado el cloqueo que hacen -una especie de lenguaje que se transmite de la madre a las crías y que, según han observado, las generaciones nacidas en cautividad van perdiendo-. «Aunque están pendientes de analizar todos los datos, hemos visto que el lenguaje que hablan los machos nacidos en cautividad y el que hablan los machos de campo no tiene nada que ver incluso al oído humano... No hablan lo mismo», explica la directora del FIEB. Ese sonido es clave. Si el macho lo hace, significa que va a intentar copular.
Reducir el espacio
También han cambiado otros aspectos en el manejo de la especie. Primero probaron a disminuir el contacto con los cuatro trabajadores del programa de cría de FIEB; luego a aumentarlo con algún ejemplar, por si la habituación reducía el estrés del animal. Además, tras separar a las crías de las madres a los tres meses -pasado ese tiempo, las madres las atacan-, ahora están intentando alargar algunos meses la cohabitación con los hermanos, a ver si su comportamiento se vuelve más sociable. «Siguen sin criar, pero no son tan pasivos. Ahora, cuando ven a una visona, se miran y se buscan, porque tres meses antes estaban jugando con un visón en la instalación», asegura Aranda.
Este año están expectantes. Van a probar otra idea nueva en su particular 'first dates' para emparejar visones. Después de haberse reunido con colegas de media Europa dedicados a la conservación de estos mustélidos, todos lidiando con el mismo problema, se iluminó una bombillita. Quizá la clave esté en «forzar» la socialización de los ejemplares en unas instalaciones más pequeñas que las habituales antes del emparejamiento, igual que se hace en el programa de conservación del lince ibérico.
Hasta ahora se juntaba al macho y la hembra en recintos de unos 35 metros cuadrados, es decir, el tamaño de un minipiso. Ahí se dejaba a los dos visones durante casi una jornada completa, a veces más. «Hemos tenido hembras que se han tirado un día entero subidas al techo de la instalación porque no querían nada», reconoce Aranda. Otras directamente se escondían. Y si no querían ver al macho, no lo veían.
Este año, antes del emparejamiento, machos y hembras se verán y olerán en una jaula más pequeña, aunque no podrán tocarse. Según los ruidos y los gestos que hagan los visones, se interpretará si son compatibles o no. Si no lo son, se separarán rápido. «Las hembras se van a estresar seguro, pero a cambio reduces el tiempo de exposición de un día a dos horas. Y de la otra manera tampoco está funcionando», dice la veterinaria.
Si funciona, ayudaría a mejorar la variabilidad genética, pero en Casarrubios del Monte son cautos todavía. Los científicos consideran que para lograr una diversidad 'mínima' del ADN debería haber unos 200 ejemplares en cautividad. En toda España se trabaja con 66 en los tres centros de cría que existen; que suben a 105 si se incluyen los visones 'retirados' en zoos.
Peligro crítico
En 2018, la declaración de la especie en peligro crítico -la máxima categoría que existe- ayudó a conseguir más recursos y algo más de coordinación en el trabajo, aunque la gestión sigue siendo de las autonomías. Pero el visón europeo no entiende de fronteras: se distribuye en la parte alta de la cuenca fluvial del Ebro: hay en Álava, Guipúzcoa, Vizcaya, Navarra, La Rioja, Burgos, Soria y Zaragoza.
La construcción, todavía en marcha, de un centro público de cría en La Rioja podría mejorar también el futuro de la especie. Además, pese a la exigua cifra de 142 visones en libertad que arrojó el reciente estudio sobre su población, hubo una buena noticia. En muchas de las 4.000 trampas de pelo distribuidas por el terreno para hacer la estima había muestras de ejemplares conocidos: «Parece que hay una parte significativa que procede de las sueltas. Y eso es algo que nos da ánimos», dice el investigador del IREC-CSIC, José Jiménez. Tras nacer en cautividad son capaces de sobrevivir por su cuenta.
Clonación
Pero Aranda tiene grabado a fuego que solo tienen un intento al año para lograr la reproducción, y al visón no le sobra el tiempo. «Todo lo que no hagas este año ya no puedes hacerlo hasta el siguiente», reconoce. Por eso no descarta ninguna opción y mira con atención lo que se está haciendo en otras especies, como la fecundación in vitro del rinoceronte blanco. «Creo que deberíamos saber hacerlo en visones», dice tajante sobre la técnica.
Son intentos desesperados, como la clonación a la que han recurrido en EE.UU. para el turón de patas negras. Una hembra salvaje muerta hace décadas fue clonada a finales de 2021. Bautizada como Elizabeth Ann, fue la primera de su clase. Alcanzó la madurez sexual 16 meses después y, desde 2022, están intentando que se reproduzca para mejorar la riqueza genética de la especie en peligro crítico.
Sin todos estos esfuerzos, a estas especies solo les queda la extinción.
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