Dos de cada cien adolescentes reconocen haber intercambiado sexo o material íntimo por recompensas, atenciones o dinero
Un informe de la Universidad de Barcelona concluye que el 17,8% de los jóvenes españoles dicen haber sufrido violencia sexual en el último año: ellas sufren más casos pero ellos, los más graves
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Iniciar sesiónEl informe 'La victimización sexual en la adolescencia: un estudio nacional desde la perspectiva de la juventud española' se ha presentado hoy en Madrid. El estudio, acuñado por un equipo de la Universidad de Barcelona liderado por Noemí Pereda, directora del Grupo de Investigación ... en Victimización Infantil y Adolescente (GReVIA), arroja conclusiones como que un 2,6% de los jóvenes en nuestro país reconocen haber intercambiado sexo por 'dádivas'. Es una forma de «explotación sexual», dicen los autores del informe, que a cambio recibe «recompensas, atenciones o dinero» y que ya afecta más a los jóvenes españoles que a la media en Europa.
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Según la autora que ha presentado su informe esta mañana en el espacio CaixaFórum de Madrid, el 17,8 % de los jóvenes españoles dicen haber sufrido algún tipo de victimización sexual en el último año. Ser víctima de un delito sexual como el acoso 'on-line', por ejemplo, tiene más prevalencia entre las chicas (24%) que entre los chicos (11,2 %), aunque ellos denuncian con mayor frecuencia formas muy graves, que incluyen la penetración o el sexo oral por parte de personas adultas, conocidas o desconocidas. De acuerdo con las explicaciones de la directora del proyecto, «el varón puede ser interpretado como fuerte, como alguien que va a soportar formas de violencia más graves, y que siente que no tienen tanto apoyo las víctimas masculinas, por lo que nadie lo va a detectar. En el caso de las chicas, el temor al embarazo también es una variable que puede estar influyendo en la menor penetración por parte de adultos».
Los resultados para la elaboración del estudio se han extraído de las respuestas de una muestra representativa de 4.024 chicos y chicas de entre 14 y 17 años matriculados en 70 centros de Educación Secundaria (públicos, privados y concertados) de toda España y distribuidos entre todas las comunidades. Los cuestionarios se realizaron durante el curso pasado 2022-23. De los encuestados, comunicaron entre una y once experiencias distintas, con una media de dos victimizaciones de carácter sexual en el conjunto de la muestra.
Este estudio señala la victimización sexual electrónica como la más frecuente entre la adolescencia española
El estudio categoriza las formas de victimización sexual más frecuentes entre la adolescencia española. La electrónica es la más frecuente (12,1 %) y la reportan un 5,9% de los chicos y un 18,3 % de las chicas. Pereda ha destacado que «lo que atrae el perpetrador es la menor edad, menor madurez» sin distinciones notables por sexo.
También es bastante usual y se encuentra presente en casi uno de cada diez encuestados la victimización sexual con contacto físico, «siendo su forma más frecuente la violencia sexual dentro de un contexto de pareja o noviazgo». En un 8,8% de los casos se produce por parte de pares (entre iguales), afectando a un 5,9 % de los chicos y a un 11 % de las chicas. A continuación, aparece la victimización sexual con contacto físico por parte de adultos, que alcanza el 3,1 % y afecta de forma similar a chicos y chicas. Por último, la explotación sexual que supone el intercambio de sexo por recompensas, como obsequios y dinero, afecta a un 2,6 % y es similar en chicos y chicas.
Este estudio pregunta a los jóvenes directamente
Son los padres las principales figuras que cometieron la victimización —tocamientos, sexo oral o penetración—, seguidos de otra figura familiar adulta, de acuerdo con las respuestas formuladas. En cuanto a la victimización sexual física ejercida por iguales o menores de edad, las agresiones más frecuentes proceden de compañeros y compañeras o de amigos y amigas del colegio, seguido de otros chicos y chicas que no forman parte del núcleo familiar.
Cuando se les pregunta por la vía de contacto con las víctimas, la más habitual es la virtual para la generación de materiales de carácter sexual frente al contacto en persona. En este tipo de explotación sexual, el contacto se hizo mayoritariamente a través de redes sociales como Instagram o aplicaciones de mensajería como WhatsApp. En los casos de explotación con tocamientos, penetración o sexo oral, lo más frecuente fue el contacto en persona ya fuera en la calle, el centro educativo o en el hogar.
El estudio es una aproximación a un problema de relevancia que dispone aún de pocos datos para su comparativa en nuestro país. Según los autores, anteriores informes sobre violencia sexual son retrospectivos —se ha preguntado a adultos sobre sus experiencias en la infancia y adolescencia, o regionales— y no extrapolables al resto del país.
Pereda afirma que «la violencia contra la infancia y la adolescencia tiene su base en la desigualdad en función de la asimetría de edad entre víctima y victimario y no en función del género de sus víctimas, si bien, también el género incrementa el riesgo de violencia sexual en las niñas y adolescentes».
La profesora de la UB señala que un problema importante y muy poco estudiado en España es «la explotación sexual, que afecta a un 2,5 % de las chicas y un 2,3 % de los chicos». Hablamos en este caso tanto de solicitudes sexuales como de 'grooming' que es una forma de engaño pederasta, por el que un adulto engatusa a un joven para que le ofrezca material pedófilo, ruede escenes pornográficas o incluso abuse sexualmente de ellos o les introduzca en algún circuito de prostitución infantil.
Las jóvenes reportaron haber producido más material sexual, como fotografías o vídeos, a cambio de dinero, alcohol, drogas o algún regalo, mientras que los chicos indicaron haberse involucrado en más relaciones sexuales con penetración a cambio de regalos o recompensas.
«Las cifras en Europa se sitúan entre el 1,5 % y 2 %, por lo que la realidad española supera este rango más alto. En EE.UU. llega al 4,9% de los chicos y chicas», confirma Pereda. De acuerdo con las reflexiones de los autores en el informe, «esta forma específica de victimización sexual implica no solo al chico o chica como objeto sexual, sino que también tiene fines comerciales, con ganancias para la figura explotadora, o el intercambio de sexo por dinero, obsequios, atención u otras recompensas que responden a necesidades básicas de los jóvenes. La prevalencia de la explotación sexual es mayor en países en desarrollo debido a factores de riesgo sistémicos y culturales, pero se ha detectado progresivamente como un problema significativo también en países desarrollados como Suiza, Noruega o Suecia. Y ahora en España«.
En su mayoría las situaciones de explotación sucedieron «alguna vez al año», aunque en 19 casos detectados la conducta de explotación se llevaba a cabo cada mes, en 15 casos cada semana y en 7 casos a diario o casi a diario, desgranan los autores.
Entre las conclusiones que se desprenden del informe, Noemí Pereda también ha resaltado que una variable de riesgo es da entre jóvenes de minorías vulnerables, que han vivido anteriores experiencias de violencia, generalmente en el entorno familiar, que consumen alcohol y pornografía.
Asimismo, como recomendación, los autores del estudio proponen difundir información sobre los recursos disponibles en casos de victimización, publicitar los protocolos y guías a seguir en caso de ser víctima o testigo y elaborar guías de apoyo y acompañamiento para los familiares de las víctimas. Destacan la importancia de promover una campaña nacional de concienciación social ante el problema, debido a que creen que es un problema demasiado escondido todavía.
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Para la realización de este estudio el grupo GReVIA ha contado con la colaboración de la Fundación La Caixa y el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, entre otras instituciones.
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