En la cocina de la ONG del chef José Andrés para los afectados por la DANA de Valencia: 300 voluntarios y más de 33.000 raciones en un día
Desde el corazón de Valencia, los voluntarios de World Central Kitchen preparan comidas y cenas que llegan ya a casi todos los municipios afectados por las inundaciones
La solidaridad de José Andrés en la DANA
Por las cocinas del CdT Valencia, en el corazón de la ciudad, habitualmente pasean estudiantes de hostelería y turismo en busca de una oportunidad en uno de los sectores más pujantes de nuestra economía. Hoy, en esos fogones, la ONG World Central Kitchen, del ... chef José Andrés, prepara miles de platos calientes y bocadillos para repartir entre los afectados por la DANA. Como en muchos otros lugares, los voluntarios superan las expectativas y suman ya más de 300. Trabajo, desde luego, no falta: sólo el sábado repartieron 33.000 comidas y sándwiches y miles de litros de agua potable en más de una veintena de municipios de la zona cero de la riada.
«Aquí no se para. Hoy les toca a ellos y mañana podemos ser nosotros. La humanidad de la gente es precisamente esto», cuenta Rafa Soler, dueño del estrella Michelín Audrey's, en Calpe, que se ha incorporado a la ayuda en cuanto ha podido dejar su restaurante. «Yo tengo amigos en Aldaia, en Catarroja... Aquí al menos aportamos lo que sabemos, que es cocinar. Hoy estamos preparando 4.000 raciones de lentejas, 6.000 de pasta, 8.000 bocadillos...«, añade cucharón en mano, mientras supervisa unas lentejas.
El chef Rafa Soler, en las cocinas de World Central Kitchen
No es el único chef voluntario con estrella Michelín: Pepa Muñoz, de El Qüenco de Pepa, y Germán Carrizo, de Fierro, también se han aliado con World Central Kitchen para arrimar el hombro en esta emergencia. Sin embargo, en la ONG de José Andrés donde no solo colaboran chefs de renombre, sino también cocineros locales como Aroa y Víctor, de Samhsa, o el equipo de Memoria Gustativa, sino también profesionales anónimos curtidos en los fogones de escuelas y centros de mayores: «Nosotras no sabemos cocinar para pocos, así que en cuanto nuestra empresa nos ha dicho que no nos necesitaba en centros de mayores o escuelas para cubrir a los afectados por las inundaciones hemos venido directas. En pandemia estuvimos también en las cocinas de emergencia que se crearon y fue una experiencia buenísima», bromean dos voluntarias, que no dudan en preguntar a estos reporteros si cuentan con alojamiento. Aquí, a pie de calle, no se deja a nadie atrás.
Una cadena humana
El centro de logística funciona como un reloj, algo para nada habitual estos días en los alrededores de Valencia. En el segunda planta preparan los guisos, en la primera todo lo que se cocina a la plancha y en la baja una larga cadena humana, ataviada con guantes, claro, se encarga de emplatar y guardar cada ración. Y todos orgullosos de poder arrimar el hombro: «Yo me dedico a la hostelería, así que esto es lo mío».
Fuera, otro grupo de voluntarios se encarga de cargar en los camiones todas las raciones y repartirlas. A media tarde, aún están repartidendo comidas y cenas. Ayer, el propio José Andrés fue a llevarles la cena a los bomberos de Logroño, Valladolid y Salamanca que, junto con la UME, seguían achicando agua en el centro comercial de Bonaire. Desde la ONG cuentan con orgullo que ya han logrado llegar a la mayoría de los municipios de la zona cero: Paiporta, Chiva, Picaña, Catarroja, Alfafar, Requena, Aldaia, Utiel... Incluso donde no ha llegado casi nadie.