Cesáreas humanizadas: «Nunca había vivido que me pusieran al bebé en el pecho, fue mágico»
Galicia y Cataluña, a la cabeza en la implantación de protocolos para este tipo de alumbramientos
Un hospital catalán ofrece, incluso, la opción de que la madre extraiga ella misma al bebé de su interior
Cataluña, pionera en controlar la violencia obstrética y reducir los partos medicalizados
Galicia
Hace apenas dos meses que Carly dio a luz en un hospital público de Santiago de Compostela en el que, gracias a la iniciativa de un grupo de profesionales con muchos partos a sus espaldas, funciona ya un pionero protocolo para humanizar las cesáreas. « ... Era una necesidad», explica la promotora de la guía a ABC, en un contexto en el que este tipo de nacimientos no dejan de escalar. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (correspondientes a 2022), la tasa de estas de intervenciones en la sanidad pública española es del 25,9% (85.400 partos del total de 329.251 que se registraron ese año). El porcentaje se dispara hasta el 35% en la sanidad privada. En ambos casos, se supera con creces la recomendación de la OMS de que estas intervenciones no rebasen el 15% del total de los alumbramientos.
En el caso de Carly, nos explica, «siempre supe que tenían que hacerme cesárea porque este era mi tercer hijo, y los anteriores también habían nacido así». Lo que no se esperaba esta treinteañera venezolana que lleva un lustro residiendo en Galicia es que la experiencia sería tan diferente a la que vivió en su país de origen. A la hora de relatar su última cesárea, Carly tira de comparación para poner el acento en un trauma sanado. Con su primer hijo, recuerda, pasaron «24 horas hasta que pude verlo y saber de él». En el caso del segundo, esa «angustia» se dilató 36 horas. Día y medio en el que la madre no sabe «si el bebé está vivo o muerto». «Te dejan a la buena de Dios esperando sola, sin poder ver a tu pareja y sin comunicarte nada del niño», denuncia sobre la práctica de una cesárea estándar en la sanidad pública de su país. Para ella, reconoce, el contacto piel con piel de la madre con el recién nacido era una experiencia desconocida. «En Venezuela no puedes entrar acompañada ni nadie puede estar contigo ni siquiera en la habitación», ahonda.
Tendida en el quirófano, con su matrona a un lado y su pareja al otro, Carly experimentó por primera vez la humanización sobre la que pivota buena parte del novedosos protocolo. «Yo no había vivido que me sacaran al bebé y me lo pusieran en el pecho... no tenía palabras, fue mágico» suscribe. Más allá de su emoción, los sanitarios aclaran las ventajas visibles y medibles que este primer contacto tiene para madre e hijo.
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En el caso del bebé, la literatura científica recoge que mantiene la termorregulación y los niveles de glucosa en sangre del niño. Además, la tasa de inicio y duración de la lactancia materna es mayor y contribuye al desarrollo de la microbiota intestinal. En el caso de la mujer, se libera oxitocina que previene la hemorragia posparto, favorece que el niño reconozca a la madre, reduce el dolor, mejora la comunicación y rebaja la ansiedad.
Con la evidencia científica jugando a su favor, los profesionales gallegos apuestan por que la madre pueda visitar las instalaciones en las que nacerá su hijo en las semanas previas al parto en un intento por aclarar todas sus dudas. También defienden el pinzamiento tardío del cordón como medio para mejorar el vínculo entre los dos protagonistas del alumbramiento. Para Sinda Blanco, subdirectora general de Atención Primaria y redactora del plan, «había servicios a nivel nacional que ya tenían guías de acompañamiento, pero en partos naturales, no por cesárea. La sanidad está mayoritariamente en manos de mujeres y como mujeres queríamos darle un derecho a decidir sobre su propio cuerpo y su propio parto», asume.
Cesáreas «provínculo»
Con la misma consigna, humanizar la cesárea y respetar al máximo la voluntad de la madre, Cataluña también empezó hace siete años a reorientar su atención al parto medicalizado. El Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, uno de los grandes centros de referencia en España, fue el primero en aplicar esta máxima en su servicio de Obstetricia al introducir las denominadas cesáreas provínculo, es decir, «aquellas que favorecen que la mujer establezca un mejor vínculo con su hijo desde el mismo momento del parto».
Desde hace años, las mujeres a las que se indica una cesárea por razones médicas tienen ante sí en este hospital la posibilidad de que se les practique este tipo de intervención «más amable». A diferencia de las cesáreas de hace unos años, en las que el acompañante quedaba aislado y la gestante vivía, en gran parte, el parto como un mero acto médico; ahora la madre se sitúa en el centro de la experiencia, y al acompañante se le ofrece participar en la medida que él considere.
Según el protocolo del centro barcelonés, las mujeres que van a someterse a una cesárea pueden elegir si quieren estar acompañadas en el parto; quién quieren que les acompañe; si desean ver el bebé o quieren que se lo coloquen encima con la técnica piel con piel –para ello sitúan en la espalda los cables para monitorizar a la paciente–, o incluso, si se ven con ánimos y fuerzas, de acabar de traer al mundo a su bebé.
«Les ofrecemos la posibilidad de acabar de extraer al bebé cuando el médico ya ha sacado la cabeza y estima que no hay riesgos», señala en declaraciones a ABC la doctora Anna Suy, responsable de la Sección de Obstetricia del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona. Destaca, asimismo, las posibilidades que brinda el protocolo a los acompañantes. «Pueden estar con ella en todo momento apoyándola e incluso pueden pedir que se les coloque al bebé en su pecho para llevar a cabo el contacto piel con piel», explica Suy, quien subraya la buena acogida del protocolo en estos últimos años.
«Debido al éxito que ha tenido, lo hemos generalizado; lo usamos prácticamente en todos los casos porque así lo deciden las mujeres en su plan de parto», afirma. «Se ha convertido en la práctica habitual. La gente ya no se plantea si quiere o no quiere cesárea provínculo», añade la especialista. En el Servicio de Obstetricia de la Fundación Hospital Sant Joan de Déu de Martorell (FHSJDM) también hay un programa de acompañamiento de la madre durante la cesárea, donde ella puede elegir a la persona que estará a su lado durante la intervención. «Inmediatamente después del nacimiento del bebé, ya sea en el parto normal o en una cesárea, la criatura se coloca encima de la madre para poder hacer piel con piel. Para favorecer este momento, el posparto se realiza en la misma sala de partos, posponiendo las intervenciones no urgentes y favoreciendo el vínculo entre la madre y el bebé, así como iniciando la lactancia materna si la madre lo desea», señalan a este diario fuentes de la Consejería de Salud.
Visitas de seguimiento
Dentro del protocolo, una vez la madre regresa a casa, el centro ofrece también visitas de seguimiento a la consulta de lactancia para acompañar a las madres durante los primeros días.
El número de nacimientos de madres de 40 años o edades superiores ha crecido un 27,9% en España en los 10 últimos años –en la actualidad, el 11 por ciento de las mujeres dan a luz a partir de esas edades–, lo que ha hecho que la cifra de partos por cesárea aumente también en paralelo. Por comunidades autónomas, la tasa más elevada de cesáreas la registra Extremadura con un 30%, le sigue Castilla La Mancha con un 26% y la Comunidad Valenciana con un 24%. En el lado contrario se sitúan el País Vasco, con un 13%, y Aragón y Asturias, con un 16%. Según el estudio 'Partos por cesárea en España (2010-2018)' del Instituto de Salud Carlos III, en el que se analizaron 3.863.363 partos, en España, el porcentaje de cesáreas en ese intervalo de años fue del 26,9%.
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En el análisis, consultado por ABC, se observa un ligero descenso en estas intervenciones entre 2017 y 2018. Los datos constatan, por otro lado, que las cesáreas fueron más frecuentes en las mujeres mayores de 40 años que dieron a luz entre semana. «Cada vez sabemos más cosas —inciden desde Galicia— y en muchas estamos regresando atrás, al origen, porque las personas son un todo y hemos demostrado que podemos atender mucho mejor la parte humana sin desatender ni descuidar la parte técnica».
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