La Presidenta de Manos Unidas

Cecilia Pilar Gracia: «Producir unos vaqueros cuesta 8.000 litros de agua. Eso se traduce en hambre y muerte»

Ahora que se habla tanto de la emergencia por sequía en nuestro país, la ONG de la Iglesia lanza su 65ª campaña y recuerda que la desigualdad que origina la propia naturaleza no nos es tan lejana

Cuatro de cada diez jóvenes no conectan clima con pobreza y solo un 10% sabe qué es la «injusticia climática»

Más de 48 horas en blanco del cardenal desaparecido en Panamá

Cecilia Pilar, presidenta de Manos Unidas ABC

Manos Unidas lanza esta semana su 65ª campaña para recaudar fondos contra la pobreza y actuar en alguno de los 51 países de los tres continentes donde opera (América, Asia y África). La prestigiosa ONG de la Iglesia sigue funcionando a pleno rendimiento ... con tres activos principales: las mujeres (representan un 90% largo del voluntariado, 6.460 voluntarios hay en España), las donaciones que no flaquean (no han decaído tras la pandemia ni con la inflación, hay más de 73.000 socios) y la edad, porque la media del voluntario está en 60 años y es en la jubilación donde las personas encuentran más oportunidad para la caridad. Caridad que este caso «se hace por amor a Dios», incide Cecilia Pilar Gracia, presidenta de Manos Unidas desde mayo de 2022, pero que «no tiene ni credo ni adscripción ideológica y es siempre bienvenida». La presidenta de origen extremeño reconoce en una entrevista a ABC que atraer a los jóvenes y que estos integren las estructuras de la ONG con mandato de la Conferencia Episcopal Española sigue siendo el «gran reto» para su liderazgo de tres años.

Pensando en ese sector más joven, Manos Unidas ha jalonado este martes 6 de febrero la presentación de esta campaña con la de una encuesta propia realizada con personas de hasta 42 años, para conocer de primera mano cuánto de concienciados están los ciudadanos con las «injusticias climáticas» contra las que se dirige la campaña 'El efecto ser humano' y sobre el verdadero efecto que tiene la mano del hombre sobre el planeta. En esa huella, dice la presidenta, interviene un gasto incontrolado en hábitos como cambiar el armario. «Los jóvenes deben conocer que cada vez que cambian de camiseta están malgastando 3.000 litros de agua u 8.000 litros con cada uno de esos vaqueros que queremos tener y que eso se traduce en pobreza, hambre y también muerte«. Otro ejemplo que pone: cambiamos de móvil cada dos años y el 90% del coltan para esos terminales se extrae de la República Demócratica del Congo. Pero, en manos de bandas violentas enfrentadas por el preciado material, »cada kilo de coltan se calcula que le cuesta la vida a dos personas«, reivindica la presidenta. Habría que repensar lo de cambiar de celular por el de última generación cada poco tiempo, reclama.

La producción a gran escala contamina, pero un 53% de los jóvenes españoles confiesan en esa encuesta realizada por la consultora GfK que no están por la labor de variar sus costumbres. Las razones que esgrimen son que hay cambios que implican una clara merma económica: comprar un coche eléctrico es muy caro, como también lo es adquirir una prenda de mayor calidad que sustituya a esas tres camisetas 'low cost' que se han comprado, apostar por marcas sostenibles...

Se muestran más a favor de los cambios que no trastocan la economía propia, como dejar de desperdiciar alimentos (lo que se tira produce entre un 8 y un 10% de la totalidad de los gases de efecto invernadero arrojados a la atmósfera, recuerda la presidenta) o trasladarse en pie o en bici. Solo un 10% sabe qué es «justicia climática» y su traducción en desigualdad, y el 40% no relaciona los cambios en el clima con la generación de pobreza en el mundo, hambre y desigualdad: «No conectan una idea y la otra, para ellos no tiene ninguna relación, lo que sobrecoge», lamenta Gracia.

No obstante, el 76% de los encuestados creen que la crisis climática es real y una gran mayoría está preocupada por la situación, tiene una alta sensibilidad hacia las cuestiones ambientales y sabe perfectamente que el futuro de todos está ligada a nuestra capacidad para cuidar de la tierra y de sus recursos.

Testimonios en Honduras y Kenia

En el lado opuesto están los testimonios recabados por Manos Unidas, una organización que desde la campaña 29 -desde que empezó este recuento- hasta la 65 ha manejado un presupuesto de casi 1.300 millones de euros en 25.000 proyectos contra el hambre «y por los hermanos del Sur», como los denomina su presidenta, y ha auxiliado a unas 200 millones de personas. Esos testimonios sobre el terreno no dejan lugar a los titubeos. Es la hora de cambiar nuestra acción sobre el planeta, apremia Manos Unidas.

Como el manido lema de 'no hay planeta B' que maneja una marca de ropa sostenible, las personas a las que trata de socorrer Manos Unidas en alguna de sus siete líneas de proyectos actuales dan sobrada muestra de esa falta de alternativas: Donald Hernández, socio local de Manos Unidas y defensor de los derechos humanos de los pueblos indígenas en Honduras, explica que los índices internacionales proyectan que el paisaje climático de Honduras pasará de un nivel severo a uno agudo para 2030, aunque los hondureños solo son responsables del 0,03% de la emisión de gases de efecto invernadero en el mundo.

Se calcula que en 2050 habrá más plásticos que peces en el mar JAVIER MARMOL

La presidenta asevera con claridad: «Quienes menos contaminan son los que más sufren los rigores del tiempo, a los que más les afecta, pero para quien piensa que eso no nos pasará o nos queda lejano, les digo que ya está pasando. La emergencia por sequía que atraviesa Cataluña o Andalucía es una prueba de que en el norte hay sistemas de protección«, se actúa por solidaridad y el Gobierno llevará barcos de agua o se ayudarán entre regiones. Pero esto no sucede en las áreas donde se desertifican las tierras y no tienen qué cultivar ni con qué alimentar a sus hijos y esto se traduce en hambre y muerte».

«Junto a la crisis climática, que sufre todo el planeta, hay países como Honduras a los que hay que sumarle la crisis medioambiental, provocadas por las concesiones mineras a cielo abierto, las producciones de monocultivo como la palma africana o el maíz transgénico que están provocando un alto costo para las comunidades más vulnerables, provocando el desplazamiento de personas de sus propios territorios», ha añadido Hernández.

Por su parte, la misionera María Soledad Villigua, cuya congregación lleva 23 años trabajando en el desierto de Turkana (Kenia), ha advertido de cómo la sequía está afectando de manera trágica a la población más vulnerable que vive del pastoreo o la pesca. «Estamos indefensos» ante esta amenaza del clima, se duele.

«Estamos indefensos»

María Soledad Villigua

Misionera en el desierto de Turkana (Kenia)

Según la presidenta de Manos Unidas, está bien fijarnos en la guerra de Ucrania o la que enfrenta a Israel y Hamás, pero hay 40 guerras activas en el Sahel, que provocan éxodos masivos de desplazados sin nada que llevarse a la boca, y ante las que seguimos «indiferentes». Por eso, este año Manos Unidas (una campaña que llegará este domingo a todas las parroquias de España) reclama justicia climática para los pueblos más vulnerables. Una naturaleza que con sus embates provocados por el hombre (y no solo) pone en riesgo la vida de 735 millones de personas.

65 aniversario de Manos Unidas

Coincidiendo con su 65 aniversario, la presidenta de la ONG recuerda datos como que en 2022 hubo récord de migraciones, que según datos del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) se estima que entre 3.300 y 3.600 millones de personas -cerca de la mitad de la población mundial- viven en contextos considerados «altamente vulnerables» al cambio climático. Además, entre 2010 y 2020, la mortalidad humana por inundaciones, sequías y tormentas fue quince veces mayor en las regiones altamente vulnerables, en comparación con las de muy baja vulnerabilidad.

Un niño en terrenos anegados en Filipinas MANOS UNIDAS

En este sentido, y según el IPCC, el 10 % de la población mundial más rica emitió casi el 48% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero en 2019, mientras que a la mitad más pobre de la población le corresponde el 12% de esas emisiones globales.

«Estamos contribuyendo a la deriva que ha tomado el planeta», alerta la presidenta de Manos Unidas, que no duda en tachar de «maltrato» la actitud que se tiene hacia la Tierra. A lo largo de los próximos doce meses, y enmarcadas en esta campaña, Manos Unidas planteará algunas propuestas de cambio en nuestro estilo de vida que pueden tener una gran repercusión en el cuidado del planeta: reduciendo el consumo de agua y energía; evitando el desperdicio de alimentos; reciclando o reduciendo las compras indiscriminadas, entre otras acciones que son «responsabilidad de cada uno», acaba Gracia.

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