Más técnicas 'naturales' y áreas sin pesticidas: así es la norma que Bruselas deja caer por las protestas de agricultores

«La propuesta se ha convertido en un símbolo de la polarización (...) Por eso propondré al Colegio [de comisarios] que retire esta propuesta«, ha anunciado este martes la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

«Que dejen de marear la perdiz y seudoengañar», dice Koldo Hernández, coordinador del área de Tóxicos de Ecologistas en Acción, que apunta a que desde el rechazo de la Eurocámara «la propuesta estaba muerta», ya que era prácticamente imposible que saliera adelante esta legislatura. Mientras que para el sector agrícola la norma suponía un incremento de los costes de producción y una competencia desleal respecto a los productos extranjeros, para los grupos ecologistas era un reglamento muy esperado, que hubiera supuesto una transición hacia un sistema más amable con la naturaleza y el ser humano. Pero desde el grupo creen que «es mejor que la propuesta muera a que haya cualquier intento de aprobación que suponga marco normativo peor que el actual, de 2019, que no es un mal texto legal», dice Hernández.

El reglamento iba a establecer por primera vez objetivos legalmente vinculantes a nivel de la UE para reducir en un 50% el uso y el riesgo de pesticidas químicos. Cada país después debería fijar sus propios objetivos de reducción nacionales, pero siempre garantizando que la UE llegara al objetivo global.

El texto establecía como primera opción para el control de los cultivos el uso de técnicas libres de químicos, a través del llamado Manejo Integrado de Plagas (MIP), que apuesta por prevención de plagas a través de técnicas como rotación de cultivos, elección de cultivos acordes con el clima y el terreno o el uso de 'plantas trampa', entre otras técnicas. Los pesticidas químicos debían ser el último recurso.

Otras medidas clave incluían exigir a los Estados miembros objetivos positivos para aumentar el uso de métodos no químicos de control de plagas y exigir a los agricultores y otros usuarios profesionales de pesticidas que obtengan asesoramiento independiente sobre métodos alternativos para garantizar una mayor adopción de métodos de control de plagas no químicos.

En algunos lugares, sí. En concreto, en áreas sensibles como áreas verdes urbanas, incluidos parques o jardines públicos, áreas de juego, campos recreativos o deportivos, caminos públicos y áreas protegidas como la Red Natura 2000 y otras zonas ecológicamente sensibles para polinizadores amenazados.

El problema, según explicaba a ABC José María Castilla, director de la Oficina de representación permanente de la asociación agrícola Asaja ante la UE, era que en España la Red Natura 200 supone casi un 40% de la superficie total, por lo que vetar los productos fitosanitarios en todos ellos era «una temeridad».