¿Por qué la UME no pidió ayuda al Ejército?
No desplegar a las Fuerzas Armadas en los incendios solo puede responder al cálculo político
Robles pretende borrar años de historia del Ejército ayudando en la extinción de incendios
Huir de la quema
El Estado en llamas
Un efectivos de la Unidad Militar de Emergencis (UME)
La ministra de Defensa debería ser la principal embajadora de las capacidades del Ejército, y la figura más interesada en demostrar su utilidad a la sociedad. La crisis de los incendios alcanzó hace muchos días el nivel de emergencia necesario para desplegar medios del ... resto de las Fuerzas Armadas. Primero porque tienen las capacidades para hacerlo. Segundo porque entra en sus funciones. Tercero porque demuestran su utilidad a la sociedad. Sin embargo, no han estado ni están en esta crisis y la ministra de Defensa no solo está conforme sino que defiende que así sea. En realidad, para ser estrictamente correctos, están 500 efectivos cuando podrían estar 70.000 o 80.000. Juzguen ustedes mismos.
Lo que se desplegó fue la Unidad Militar de Emergencias (UME) que desde el año 2019 —por obra y gracia de Margarita Robles— no es parte del mando operativo de las Fuerzas Armadas: depende directamente de la ministra. Si el jefe de la UME, el teniente general Francisco Javier Marcos, ve que su unidad no da abasto, como ha sucedido en la crisis de los incendios, debe pedir refuerzos a Robles y al jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), el almirante Teodoro López Calderón. Si la respuesta es positiva, éste ultimo debe «prestárselos». Si Robles no hubiera cambiado el esquema, la responsabilidad de la actuación sería del Jemad y habría dedicado con facilidad todos los efectivos que hubieran sido necesarios porque los comanda y los conoce. La pregunta, por tanto, es ¿pidió más medios el teniente general de la UME al jefe del Estado Mayor, le advirtió la ministra de que no los pidiera o le fueron denegados?
Las inéditas palabras de Robles en los últimos días, subrayando que el Ejército no tiene nada que hacer en la lucha contra los incendios después de que Alberto Núñez Feijóo solicitara su despliegue, dejan claro que la decisión de no movilizarlo es estrictamente política. La ministra pretende borrar años y años de historia del Ejército colaborando en la extinción de incendios, mucho antes de que existiera la UME, para que creamos que los únicos responsables son las comunidades, cuando la inmensa mayoría están presididas por el PP. Para ello, Robles está sosteniendo cosas como que «todo lo que no sea atacar directamente al fuego no va a servir para nada» o que «no se trata de pedir más medios sino de que haya profesionales cualificados con los medios necesarios e indispensables». La ministra también ha tachado de ignorante a Feijóo y le ha acusado de «faltar a la verdad» sobre las capacidades y funciones del Ejército: «no podemos decir que faltan medios».
Pero una cosa es que la UME sea la punta de lanza, la unidad especializada ante los incendios, y otra muy distinta que el resto de las Fuerzas Armadas no tengan capacidades y materiales para intervenir. Por ejemplo, creando cortafuegos que no solo sirven para frenar y muchas veces incluso apagar incendios sino para proteger a los pueblos, evitando que las llamas puedan avanzar hasta devorarles. Para establecer cortafuegos tan solo hacen falta picos, palas y manos que los empuñen: las de los soldados son las mejores.
Las palabras de Robles han causado poco menos que indignación en varios altos mandos del Ejército. «¿Cómo que las Fuerzas Armadas no están para esto?. Las Fuerzas Armadas siempre han apagado fuegos«, denunciaba este martes uno de ellos, que recordaba los muchos años en los que participó en estas tareas antes de que existiera la UME. «Siempre había una compañía de unos 100 hombres preparada para salir», recuerda sobre sus distintos destinos. «Estábamos 24 horas combatiendo el fuego hasta que lo lográbamos apagar, dirigidos por un ingeniero de montes, que era el director de la emergencia», explica. ¿Por qué ahora no se emplean las Fuerzas Armadas como antes? La ministra debe explicarlo porque, vista desde fuera, la decisión de no desplegar al Ejército solo se explica con una motivación intolerable, la misma que llevó al Gobierno a prestar la menor ayuda posible en la dana de Valencia: el cálculo político.