Viejas y nuevas plagas empiezan a despertar y no es solo la viruela del mono
El brote de la viruela del mono que recorre el mundo no es casual como tampoco lo fue la pandemia de coronavirus
La expansión de patógenos se ve favorecida por la movilidad internacional, la deforestación y los mercados de animales vivos
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Iniciar sesiónRodeada de un denso bosque tropical, en una ciudad congoleña de pequeños granjeros, un niño de nueve meses empezó a mostrar síntomas de fiebre. Era el menor de once hermanos y el único enfermo. Después llegaron las lesiones cutáneas y el diagnóstico. Era 1970 ... y el primer caso identificado en humanos de la viruela del mono . Su contagio sigue siendo un misterio, aunque los monos eran «un gran manjar» para la familia, según reconoció el padre. La enfermedad ahora es endémica en varios países africanos, mientras que se considera emergente en el resto del mundo. Forma parte de una lista en la que también están el Ébola, el VIH o el Covid-19 . Juntas configuran un patrón: tienen su origen en animales silvestres y su expansión a los humanos se ha producido en las últimas décadas .
La comunidad científica estima que hay 1,67 millones de virus aún desconocidos hospedados en animales y hasta la mitad de ellos tienen el potencial de propagarse al hombre. Pero hay unos animales con más riesgo que otros. Son las especies salvajes que se han adaptado a entornos humanos cuyos virus tienen mayor potencial de dar el salto y causar estragos. Se trata de los murciélagos, los roedores y los primates y algunas aves , en particular las acuáticas. También los mosquitos y las garrapatas juegan un importante papel: transmiten las enfermedades de otros animales con su picadura.
Virus y animales siempre han existido. El problema radica en que el salto de los patógenos a los humanos es cada vez más frecuente . «Las enfermedades emergentes se han incrementado un 30% en las últimas décadas», explica Ignacio García Bocanegra, catedrático en Sanidad Animal de la Universidad de Córdoba y responsable del grupo de investigación en Sanidad Animal y Zoonosis (Gisaz) del mismo centro. Y no parece probable que la tendencia cambie. «Sin duda va a haber más», dice.
La mala fama de los murciélagos
Son ya muchos los ejemplos recientes de virus que han saltado de su reservorio animal a los humanos. La gripe aviar H5N1 , por ejemplo, identificada en aves y que ha puesto en jaque explotaciones en toda Europa esta temporada ha logrado dar el salto a cerca de un millar de humanos desde 2003. El propio nombre de la viruela del mono menciona a otro de los huéspedes habituales, al ser descubierta por primera vez en una comunidad de simios, aunque todo apunta a que el huésped principal son los roedores africanos. Los primates sí son el reservorio principal de la fiebre amarilla, por ejemplo, y en el caso de los roedores, también albergan los hantavirus , responsables de una fiebre hemorrágica y de un síndrome pulmonar consideradas enfermedades emergentes.
Pero son quizá los murciélagos quienes más fama han cogido en los últimos años. Están detrás del ébola, el SARS, el MERS, el Nipah o un tipo de rabia concreta que circula en el norte de África y de la que se han detectado casos en Ceuta y Melilla. Pero el problema no son estos mamíferos, que cuentan con más de 1.200 especies diferentes y aportan importantes beneficios al planeta. Los murciélagos frugívoros polinizan los árboles y dispersan las semillas, mientras que los murciélagos comedores de insectos ayudan a controlar las plagas agrícolas y los mosquitos.
Los motivos
«Patógenos zoonóticos que saltan de especie a humanos siempre ha habido, pero las condiciones cada vez favorecen más estos saltos. La principal razón es porque nos acercamos a animales reservorio o portadores de enfermedades con la destrucción de hábitats, con el comercio ilegal o también con los movimientos . Hoy estoy en Barcelona y mañana puedo estar en la otra punta del mundo”, explica Jùlia Vergara-Alert, investigadora del Centro de Investigación en Sanidad Animal IRTA-CReSA.
García Bocanegra refrenda la existencia de una amplia base de estudios que vinculan ya las enfermedades emergentes con determinadas actividades humanas. La pandemia de SARS-Cov-2 puso de relieve el peligro real de los mercados de animales , uno de los principales factores de riesgo, pero ya en 1970 con el primer caso de viruela del mono detectado, los investigadores de la OMS que se desplazaron al lugar no salían de su estupor. «En el momento en que los autores estaban visitando la aldea, un cazador trajo algunos monos que había matado y los niños inmediatamente se juntaron alrededor de los monos y comenzaron a jugar con ellos. Por lo tanto, si alguno de los animales hubiera estado sufriendo de una enfermedad, el virus podría haberse transmitido fácilmente a los niños, así como a los adultos que prepararon a los animales para comer», narraban en su informe.
Los cambios de uso del suelo y la degradación de los ecosistemas, como ocurre con la deforestación, es otro de estos factores de riesgo «sin duda alguna», dice García Bocanegra. Patógenos recluidos en su ecosistema durante miles de años, que circulan por zonas selváticas entre la fauna silvestre, entran de pronto en contacto con los seres humanos. Se instalan plantaciones, granjas o entornos más urbanizados en la zona, quitando espacio al ecosistema natural y permitiendo el contacto regular de patógenos desconocidos con los humanos. «Al final los virus mutan, se intentan adaptar. Muchas de las mutaciones no suponen cambios a nivel biológico, incluso estas mutaciones acaban desapareciendo a veces, pero otras veces se adaptan al huésped o intentan adaptarse para saltar a otras especies si hay un contacto estrecho», explica Vergara-Alert.
Si a ello le sumamos la globalización y la movilidad internacional , la expansión de los virus está servida. Todo juega a su favor. Porque, como apunta García Bocanegra, las enfermedades infecciosas son densodependientes: cuanto más personas juntas, mejor.
Cambio climático
El cambio climático, explica García Bocanegra, también está sobre la mesa. ¿Por qué cada año hay más casos en España del virus del Nilo o de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo ? «El cambio climático sin duda es un factor muy importante, sobre todo para enfermedades transmitidas por vectores como mosquitos o garrapatas», explica el catedrático en Sanidad Animal. Se trata de enfermedades que ya estaban presentes en la fauna silvestre, pero el aumento de las temperaturas favorece a las poblaciones de insectos, que son los que inoculan el virus a los humanos.
Además, España se ha convertido en refugio de algunos mosquitos transmisores de enfermedades tropicales como el Zika o el dengue . Es el caso del mosquito tigre , asentado en buena parte del litoral mediterráneo. El riesgo de contagio será bajo mientras estos insectos no encuentren personas infectadas, procedentes de países donde estas enfermedades son endémicas. Sin embargo, con la creciente movilidad internacional ya nada es descartable. En 2019 se constataron en Francia los primeros casos de Zika autóctonos en la UE, con el mosquito tigre implicado en ellos.
Tanto Vergara-Alert como García Bocanegra coinciden en que es muy complicado frenar el proceso puesto en marcha, aunque algunas medidas como los controles al comercio de especies o frenar las tasas de deforestación pueden reducir el riesgo a corto plazo. No será tan ‘fácil’ con la globalización o el cambio climático. Si hay una frase que ambos repiten sobre el salto de nuevas enfermedades a humanos es que «el riesgo cero no existe» .
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