Jony, el sintecho que abandonará la calle gracias a Twitch
Hace seis meses abrió un canal para contar en directo cómo es su día a día a la intemperie. Ya se ha ganado el apoyo de casi 25.000 seguidores y un sueldo de la plataforma que el último mes superó los mil euros. En unos días se mudará al fin a un piso
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Iniciar sesiónHasta hace seis meses, Jony, afincado en uno de los soportales de la madrileña Plaza de las Cortes, vendía abanicos y paraguas para sobrevivir. Por la mañana sacaba lo suficiente para comer y luego echaba la tarde con un par de cervezas, jugando con su ... perra Duna. Pero desde que se abrió el canal de Twitch (plataforma para emitir contenido en directo) le ha cambiado la vida. Literalmente. Ahora madruga, gestiona las redes sociales de su perfil, @viviendoenlacalle, y busca en internet temas para debatir en los dos directos que suele hacer al día desde su ‘oficina’, una mesa plegable que sostiene un ordenador portátil. La plataforma le ha dado una rutina, pero también un sueldo. Gracias a sus 25.000 seguidores y más de mil suscriptores, el primer mes ganó unos 400 euros, aunque ahora su salario digital supera los mil . Ya tiene los ahorros suficientes para alquilar un apartamento, así que en unos días dejará de dormir enfrente de los leones del Congreso. «Ahora tengo problemas del primer mundo, me ha costado que me alquilen sin nómina incluso pagando seis meses por adelantado», cuenta sonriente.
Jony se animó a entrar en la plataforma cuando vio a un chico que iba haciendo directos por las calles de Madrid. Entonces, solo tenía un móvil con conexión a internet y unos pocos seguidores. En menos de veinte días, ganó 10.000 fans. «Gran parte de mi éxito se lo debo a streamers como Kidi y Gabriel Chachi (que falleció en verano). Al principio en el canal hablaba más sobre mi vida, mi paso por la cárcel, mi adicción...», añade. «Pero ahora me gusta mucho cocinar en directo en el camping gas, debatir de temas de actualidad... Me gustaría que la evolución del canal incluyese la concienciación sobre el tema de las drogas. Y me encantaría dar charlas en institutos a chavales de entre 14 a 18 años . En Twitch la gente está por ocio, no es lo mismo eso a que te saquen de clase para contarte por qué no debes seguir ese camino, por qué no hay que drogarse o beber por presión social», cuenta.
Él sabe bien de lo que habla. A sus 41 años, la droga le ha hecho descender a los infiernos demasiadas veces: «Mis padres eran yonkis, yo les veía pincharse, me dejaban solo en casa... Pero era el Madrid de la época. Mi abuela se quedó con mi custodia cuando era pequeño. A los 13 años empecé con el cannabis, con mi primo, y a los 16 comencé a consumir cocaína. Me echaron de mi casa, me llevaron a un reformatorio y allí te juntas con seis como tú, desencantados del mundo, traicionados, y no hay nada más que hacer que drogarse y robar. Con 18 años seguí liándola: robos, hurtos, droga...». Vivía como el Vaquilla, admite, como el protagonista de cualquier película de cine quinqui de los 90. «He tenido también momentos de lucidez. La última vez que me metieron en la cárcel fue por una causa de 8 años atrás y estaba limpio», lamenta. Hace unos seis años se hartó, dejó de juntarse «con gente de la calle», se mudó solo a la Plaza de las Cortes , empezó a ir a terapia a Cruz Roja y no ha vuelto a consumir ni a robar.
Una pandemia en la calle
« Muy poco a poco he cogido fuerzas , y con esto de las redes sociales me siento respaldado por la comunidad, además del dinero que he ganado. Un seguidor me dijo que empatizaba mucho conmigo y me donó 11.000 euros», cuenta agradecido. De momento, se ha permitido dos caprichos: una gorra y unas zapatillas deportivas. Ahora, apunta, le tocará hacerse autónomo, pero está «orgulloso» de poder pagar impuestos.
« La gente es la leche, es muy solidaria . Si pides a cualquiera que te acompañe a comprar algo para comer te vienen con dos bolsas. Durante la tormenta Filomena me bajaron un gorro, un chaquetón, un pantalón de nieve, termos de caldo... Se portaron muy bien. Y salió todo de ellos», recuerda. Los días de la pandemia, dice, vivió «de lujo». «No había nadie en la calle, ni un borracho», añade. Evitó ir a los pabellones de Ifema habilitados para los sintecho porque eso le obligaba a separarse de Duna, así que se quedó ‘confinado’ en el garaje de un hotel. Antes mataba el tiempo leyendo, viendo series y películas... «Ahora no tengo tiempo».
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