El promotor de los cuidados paliativos en España: «Nadie quiere morirse. Lo que no quieren es tener dolor»
El pionero en eliminar el sufrimiento a los pacientes sostiene en una entrevista con ABC que no se conocen los beneficios de esta atención
Laura Daniele y Rocío Fernández
La primera Unidad de Cuidados Paliativos en España se inició en 1982 y alcanzó su reconocimiento oficial en octubre de 1987. Se trata de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Marqués de Valdecilla de Santander, promovida por Jaime Sanz Ortiz (1942). Fue, además, el ... primer presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal).
¿Cómo surgió la inquietud por poner en marcha la primera unidad de cuidados paliativos de España?
En aquella época existían muchos enfermos con dolor intenso. Eran pacientes que estaban en el servicio de Oncología y necesitaban no tener dolor para poder dormir y seguir para delante. ¿Qué tuvimos que hacer nosotros? Hasta el año 1988 no se disponía de un opioide como la morfina y todos los enfermos que estaban con dolores intensos no recibían esos fármacos, pero no porque nadie se los diera, sino porque todavía no estaban. Hoy en día hay opioides por vía oral, subcutánea y con todas las cosas necesarias que permiten al paciente descansar, dormir y no tener dolor. Pero eso necesitó tiempo, porque al principio teníamos que ir aprendiendo. Cuando empezamos a dar morfina era cada cuatro horas por vía oral. No había además, eso era una cosa. «¡Eso era una droga!», decían. Pero no, es un fármaco analgésico que permite quitar el dolor a los enfermos.
¿Cómo han evolucionado estos cuidados en estos años?
La solución de morfina aparece por primera vez preparada en farmacia en 1975. Después, en 1980 surgió la buprenorfina, otro derivado parecido, y luego más productos como el sulfato de morfina, el sebredol, que es otra morfina por vía oral. Hoy en día se da también oxicodona y tenemos fármacos que se dan en pastilla cada doce horas y van como los ángeles. Pero entonces, en 1988, la morfina se veía como una droga, aunque es el fármaco más importante de analgesia que existe en el mundo . Ha ido evolucionando en positivo, se han ido subiendo escalones y cada vez que se sube uno de esos escalones se extiende la terapia sin dolor más tiempo. Las cosas han avanzado mucho. Yo empecé con esta película en el año 75 con morfina oral y ahora la pones subcutánea y vas como Dios.
«Afortunadamente, la morfina ha dejado de ser como un tabú. Hay que saber cuándo, cómo, cada cuánto y por qué administrarla»
¿Por qué cree que siguen siendo una asignatura pendiente? Seis de cada diez pacientes que lo necesitan no tienen acceso a la atención paliativa en nuestro país.
Es que los cuidados paliativos no son la zanahoria y hay que ir donde hay zanahoria. Es una actividad médica basada en el mejor analgésico del mundo que, además, es barato y que permite al paciente hacer vida normal , a pesar de tener un cáncer con metástasis, por ejemplo. Afortunadamente, la morfina ha dejado de ser como un tabú. Hay que saber cuándo, cómo, cada cuánto y por qué administrarla.
¿Cree que la sociedad conoce suficientemente los beneficios de estos cuidados?
¿Ahora? No lo sé, pero creo que manejarán la morfina como la aspirina. Exactamente igual. Solo con la ventaja de que si tú tienes dolor y te estas revolviendo yo te pongo un pinchacito subcutáneo y ves a Dios . Y esperas un tiempo, vuelve a reaparecer el dolor y repites, a lo mejor subiendo un poquitín más la dosis. Yo iba a verles a casa y allí hacíamos las cosas fenomenalmente.
¿Cómo ve la regulación de la eutanasia en un país que aún no garantiza un acceso universal a los cuidados paliativos?
¿Usted cree que hay alguien que quiera poner punto a su vida? Nunca. Y si hay alguien al que le pones en esa situación, no hay ningún problema. Tenemos los fármacos adecuados con la terapias adecuadas con un actividad periódica las 24 horas en las que el paciente va a estar sin dolor, sin síntomas. Eso, para el enfermo, es ver a Dios.
Cómo médico de cuidados paliativos, ¿los enfermos quieren en su mayoría morir o recibir una atención de calidad en el final de sus vidas?
Nadie se quiere morir, por muy tonto que sea. Nadie. Hay algunos pacientes que han sido mis mayores éxitos. Gente que dice «prefiero morirme» y yo le digo: «María, mañana vengo y le voy a poner una inyección cada cuatro horas y me dice si quiere que la mate» -se ríe-. Y al día siguiente viene y me da un beso la vieja. Qué bonito es eso...
«Quiero dormir, no estar dando gritos todo el día, quiero que me quiten el dolor, y podemos hacerlo perfectamente»
¿Realmente disminuye el deseo de morir cuando se consigue trabajar sobre el dolor y el sufrimiento?
Nadie quiere morirse. Lo que no quieren es tener dolor. No quiero morirme. Quiero dormir, no estar dando gritos todo el día, quiero que me quiten el dolor, y podemos hacerlo perfectamente.
¿Cómo cree que puede afectar la ley de la Eutanasia en los cuidados paliativos?
Eso es una tontería como un piano . Porque si yo ahora la digo que todos los enfermos están sin dolor, ¿quieren matarlos sin dolor? Si usted coge el enfermo y le quita el dolor, lo que no hace entonces es le voy a matar para que no le duela. ¡Si no hay nadie que quiera morirse!
¿Cuáles son los retos de los cuidados paliativos en una sociedad envejecida como la nuestra y con una de las esperanzas de vida más altas del mundo?
Saber que pacientes con dolor tienen una terapia activa e inmediata totalmente excepcional. Desparece el dolor si la pauta, si el fármaco es recibido cada doce, ocho o cuatro horas.
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