'Ley Trans'
El Gobierno aplaca al dúo Calvo-Ábalos frente a Montero para consumar su agenda más ideologizada
La ministra de Igualdad gana el pulso con el PSOE al exhibir como norma un anteproyecto en la Semana del Orgullo
El Gobierno quiere que la futura ley proteja a unas 47.000 personas en España y sus familias
E.M.
Nadie imaginaba que Francia caería derrotada ante Suiza en la Eurocopa de Fútbol. Tampoco nadie en el PSOE sospechaba que serían ellos quienes no pasarían de ronda cuando, hace justo un año, altos cargos orgánicos lanzaron un documento interno –con la firma de, ... entre otros, del ministro de Transportes, José Luis Ábalos, y la secretaria de Igualdad del partido, Carmen Calvo– para tranquilizar al resto respecto a que nunca sería posible la aquiescencia socialista a la ‘ley Trans’ tal y como la había redactado el Ministerio de Igualdad. El encuentro (más bien meses de encontronazo y bloqueo incluido en La Moncloa) entre los socios de la coalición de Gobierno a cuenta del anteproyecto de Ley para la Igualdad Real y Efectiva de las Personas Trans lo ha ganado –por el momento– Irene Montero, que ha doblegado a los rivales que no querían ni recoger la expresión ‘autodeterminación de género’ en la norma, algo que finalmente sí está en el articulado.
Transexualidad es el cambio en la identidad de género , explicó la titular de Igualdad, y eso será posible con la ley. Ambos partidos firmaron ayer ‘tablas’ ante la prensa y el público en su partida de ajedrez. Pero la reina de la jugada ha sido la ministra Montero. «Yo soy la mujer de la ley Trans, ¿y tú?» ; así repelió el día anterior las palabras del líder de la oposición, Pablo Casado, acerca de que sus únicos méritos consistían en ser la mujer del exvicepresidente del Ejecutivo, Pablo Iglesias.
El partido disputado se resolvió ayer con la conjunción, en la misma cancha, de dos ministros que han tenido que limar asperezas en el marco de la negociación del anteproyecto , al que se dio luz verde ayer en La Moncloa. Decían en los pasillos del Palacio presidencial que el más incómodo ayer en el Consejo era, sin duda, el propio Ábalos. Pero el presidente del Gobierno en persona había forzado el acuerdo . Mientras se estaba produciendo la comparecencia de sus tres ministros en la sala de prensa, Pedro Sánchez tuiteaba eufórico por la conquista social hacia las personas trans cosechada por su Ejecutivo.
Su titular de Justicia, Juan Carlos Campo, se despachó avalando en comunión con Montero el «día histórico» que representará la norma, aunque no lo sea, porque el anteproyecto de ley aún debe trasladarse a los órganos consultivos, volver al Consejo de Ministros, convertirse en proyecto de ley y ser remitido a las Cortes (Congreso y Senado) con la tramitación de enmiendas que presenten el resto de partidos. La portavoz del Grupo Popular, Cuca Gamarra, anunció ayer que los diputados esperan esa tramitación, además de mantener abierta la vía de un posible recurso ante el Tribunal Constitucional (TC), por cuanto tanto en el PP como en Vox creen que se vulneran varios principios constitucionales con la normativa. Gamarra dijo que era prematuro, así que el PP aguarda a que la norma se tramite en el Congreso para ir más allá en sus acciones contra la ley.
El 0,1% de la población
El texto de esa futura normativa se ha concebido pensando en unas 47.000 personas transexuales (los cálculos de la Federación Estatal, Feltgb, avalan que son alrededor de un 0,1% de la población) y sus familias; muchas de ellas con un periplo de tres años para ver reconocida la identidad de género con la que se significa una persona, sobre todo cuando es menor. Según el texto del anteproyecto, ese trámite quedaría reducido a un tiempo no superior a cuatro meses. «Ninguna persona trans será considerada más una persona enferma», se congratuló la ministra, en alusión a los trastornos de identidad de género o disforia de género, que dejaron de ser considerados una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2018.
El referente de la ministra en su intervención ante los informadores fue Javier Ambrossi: «El Orgullo es la fiesta de los que nunca habían sido invitados a la fiesta», parafraseó al cineasta, pareja de Javier Calvo, a quienes la ministra había agasajado 24 horas antes con los reconocimientos arcoíris . «Ya no habrá ninguna fiesta sin las personas LGTBI –se enorgulleció de nuevo la ministra en Moncloa–. Es más, me atrevería a decir que no hay fiesta sin ellos, porque son el alma de la fiesta».
Montero no negó lo obvio: «La negociación ha sido dura y difícil, y no pasa nada por reconocerlo»; pero, contrapuso, «esta ley representa la fortaleza del Gobierno de coalición , del debate. Sabemos escuchar. La diferencia de opiniones no impide llegar a un acuerdo» para «ampliar la oportunidad de dar felicidad a miles de personas». Tanto para Campo como para Montero, el texto, cuando se plasme en norma, será el mayor avance social logrado desde 2005, cuando se aprobó el matrimonio igualitario por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. «Llevábamos 15 años sin una conquista social semejante, es un paso de gigante » para el colectivo LGTBI, que según la ministra está sufriendo un aluvión de agresiones homofóbicas . «Todas estas personas saben que tienen a un Gobierno aliado», dijeron los ministros, uno del PSOE y otro de Podemos, aunque las diferencias de calado en el discurso feminista que ambas formaciones se arrogan haya estado a punto de hacer saltar la alianza forjada en el Ejecutivo.
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