Dos cárceles españolas prueban la estimulación cerebral para calmar a presos violentos

El tratamiento consistió en colocarles unos electrodos en la cabeza para llevar una corriente eléctrica suave para estimular los dos hemisferios cerebrales al mismo tiempo. Era la primera vez que se utilizaba al mismo tiempo en las dos zonas. Lo hicieron durante tres días consecutivos en sesiones de 15 minutos y bastó ese tiempo para que los voluntarios tratados experimentaran una reducción de los impulsos violentos. O, al menos, es lo que reflejaban los cuestionarios cuando se les preguntaba antes y después del tratamiento. Los varones tratados tuvieron mejores puntuaciones cuando se evaluaban cuatro parámetros diferentes de agresividad: verbal, física, rabia y hostilidad . Los resultados de esta investigación se han publicado en la revista «Neuroscience».

El trabajo científico fue aprobado por Instituciones Penitenciarias y un comité de ética de la Universidad de Huelva, donde trabaja Andrés Molero Chamizo, principal autor de la investigación. Aunque ayer fuentes de Interior explicaron a a ABC que el proyecto, autorizado por el anterior equipo de Gobierno, ha sido suspendido y no tendrá continuidad , al menos de momento. Pese a que los presos se sometieron voluntariamente, se puede considerar la prisión un entorno coercitivo.

«No sabemos si la terapia puede tener un efecto a largo plazo, pero si bastaron solo tres sesiones para reducir las puntuaciones en los cuatro parámetros, cabe esperar que una modulación más frecuente tenga resultados duraderos», argumenta a ABC Andrés Molero-Chamizo de la Universidad de Huelva.

El dispositivo utilizado es portátil, fácil de llevar y económico , lo que le convertiría en un tratamiento fácil de usar en centros penitenciarios, indica el psicólogo.

Aunque pueda asustar la idea de utilizar corriente eléctrica en el cerebro, la terapia utilizada está lejos del electroshock o del tratamiento electroconvulsivo. La técnica utilizada se llama estimulación transcraneal de corriente contínua (tDCS, en el acrónimo inglés) y utiliza unos electrodos que generan una corriente eléctrica muy baja que no causa ningún daño . Las personas tratadas no notan dolor, salvo una sensación de calor en la piel.

La técnica no es una técnica nueva. Lleva 18 años utilizándose sin ningún efecto grave fisiológico. Se utiliza en centros sanitarios para el tratamiento del dolor, la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo o los efectos secundarios del ictus. «En realidad, puede ser útil para cualquier trastorno del comportamiento», explica Molero Chamizo. Por eso, este grupo de investigación quiere repetir la experiencia con otros reclusos y averiguar si la estimulación cerebral puede cambiar los juicios morales. «Queremos comprobar el efecto que tiene en una selección de estudiantes y presos para averiguar si la estimulación es capaz también de cambiar su juicio moral . Por ejemplo, si a la hora de tomar una decisión que generaría un bien global o un beneficio personal se opta por el bien general. Los primeros resultados indican que la estimulación favorece la generosidad».

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