Joaquín Caraballo, experto inmobiliario: «Nunca firmes esto sin ir antes al banco»

Caraballo se refiere a los contratos de arras penitenciales, el tipo de acuerdo más habitual cuando se reserva una vivienda en España. Este contrato, regulado por el artículo 1454 del Código Civil, establece una señal o cantidad de dinero —normalmente un 10 % del precio del inmueble— que el comprador entrega como compromiso de compra. El experto lo explica con un ejemplo muy sencillo: «Imagina que compras un piso de 200.000 euros y entregas una señal de 20.000. Si luego te echas atrás o el banco no te concede la hipoteca, pierdes ese dinero. Y si es el vendedor quien se arrepiente, tendrá que devolverte los 20.000 euros más otros 20.000 de indemnización».

Este tipo de cláusula es perfectamente legal, pero también puede convertirse en un serio problema para quien firma sin asegurarse de que podrá acceder a la financiación necesaria. Por eso, Caraballo insiste en que «antes de firmar nada, hay que ir al banco y confirmar que la hipoteca está aprobada o, al menos, preconcedida. De lo contrario, te arriesgas a perder una cantidad importante de dinero».

Uno de los fallos más frecuentes, según el propio Caraballo, es firmar por impulso, motivado por el miedo a que otro comprador se adelante. Explica que «a veces la gente encuentra el piso que le gusta, teme perderlo y firma sin pensar. Pero el mercado inmobiliario no funciona con prisas. Es mejor perder un piso que perder tus ahorros».

Además, no todos los compradores son conscientes de que la aprobación de una hipoteca depende de varios factores: la tasación del inmueble, la estabilidad laboral, el nivel de ingresos o la ratio de endeudamiento. Un pequeño cambio en cualquiera de estos aspectos puede hacer que el banco deniegue el préstamo, dejando al comprador sin vivienda y sin la señal entregada. «Por eso siempre digo que la calma es tan importante como la ilusión», añade el experto.

Desde su experiencia al frente de Inmobiliaria Caraballo, Joaquín recalca la necesidad de contar con asesoramiento profesional antes de firmar cualquier documento. Considera que «nuestro trabajo no es solo vender casas, sino proteger a los clientes de errores que pueden salir muy caros. A veces, una simple revisión a tiempo evita un disgusto enorme». Un agente inmobiliario con experiencia puede revisar el contrato, negociar condiciones más seguras y coordinar la gestión con el banco para evitar sorpresas desagradables.

Además, Caraballo destaca que muchas personas creen que el agente inmobiliario tan solo se ocupa de enseñar viviendas, cuando en realidad su papel es mucho más amplio. «El cliente necesita alguien que entienda de contratos, de tasaciones y de financiación. Esa es la mejor forma de que la compra sea segura y transparente», afirma.