Quince años de cárcel a Solana e Iragi por intento de asesinato a un subteniente en Sevilla en 2000
MADRID. La Audiencia Nacional ha condenado a 15 años de cárcel a los integrantes del "comando Andalucía" de ETA Jon Igor Solana y Harriet Iragi por el intento de asesinato de un subteniente del Ejército en Sevilla, en cuyo vehículo colocaron un artefacto que no ... llegó a explosionar porque fue localizado por el militar.
La sentencia considera probado que en el año 2000 ambos estaban al servicio de ETA y habían recibido por parte de la organización el
encargo, entre otros, de "matar a militares por el sistema de colocar artefactos explosivos en sus vehículos".
En octubre de ese año, los condenados colocaron por la noche un
artefacto explosivo debajo del asiento del conductor de un vehículo
Citroen BX, propiedad de un subteniente del Ejército de Tierra, que
dejó estacionado, como de costumbre, en la confluencia de las calles
de Urbión y Claudio Beri de la capital hispalense.
El artefacto, según el fallo, estaba compuesto por algo más de un kilo de nitroglicerina, trinitrotolueno y dinitrotolueno, contenido en una caja de caudales metálica, donde los terroristas habían puesto la palabra Zigor, en alusión a uno de los cuatro miembros de la banda que murieron en Bilbao al explosionar el vehículo en el que viajaban.
Antes de subir a su coche para ir al trabajo, el militar lo revisó y halló bajo el asiento del conductor el artefacto explosivo, por lo que avisó a la Policía, que logró desactivarlo.
La Audiencia Nacional ha tenido en cuenta para el fallo las huellas dactilares de Solana e Iragi halladas en el artefacto, lo que prueba que "estas dos personas manejaron materiales que conformaban el artefacto explosivo, lo que sólo tiene sentido si intervinieron en su confección".
Además, en uno de los pisos utilizados por los terroristas, donde se halló abundante material explosivo, se encontró manuscrita el número de matrícula del vehículo del subteniente.
Durante su declaración ante la Policía, Solana reconoció haber colocado cuatro bombas en el interior de otros tantos coches de militares, cada una de ellas, según pudo comprobarse después, con el nombre de uno de los cuatro terroristas fallecidos en agosto de 2000 en la explosión de Bilbao.
La sentencia considera que el objetivo de los condenados era ocasionar la muerte del subteniente y les condena a quince años de cárcel por un delito de asesinato terrorista en grado de tentativa, además de a indemnizar a la víctima con 25.000 euros por los daños morales ocasionados, así como por los perjuicios materiales de sustitución del vehículo y adquisición de una plaza de garaje.
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