De la misa la media
Precepto facilitado
Nunca vi tanta gente tomando asiento con la misa comenzada: muchos de ellos, y lo digo a modo de disculpa, con niños pequeños a los que hay que asear, vestir y peinar. Como tampoco vi tanta cola en el confesionario, incluso durante la consagración
Misa en el templo parroquial de San Antonio María Claret
Misa en el templo parroquial de San Antonio María Claret (Heliópolis - Sevilla)
-
Fecha: 8 de octubre de 2023
-
Hora: 12:30 horas
-
Preside: Juan Antonio Lamarca
-
Asistencia: casi lleno
-
Exorno: ninguno
-
Música: aleluya y cantos entonados
Sucede a veces que lo que predica el oficiante desde el ambón no tiene reflejo en la asamblea de fieles, como si la prédica y la práctica estuvieran en planos diferentes que sólo se intersectan en la misa de precepto dominical. Nunca vi tanta gente ... tomando asiento con la misa comenzada: muchos de ellos, y lo digo a modo de disculpa, con niños pequeños a los que hay que asear, vestir y peinar. Como tampoco vi tanta cola en el confesionario, incluso durante la consagración.
Muchos de esos que iban entrando de manera escalonada se perdieron el aleluya cantado (incluyendo la antífona, que es lo difícil) que tanta alegría da escuchar en vez de esa retahíla de correbulla en que muchas veces se convierte el anuncio de la proclamación del Evangelio. Por el lado de la «participación» (o lo que comúnmente se entiende por esto), 'chapeau': dos ministras extraordinarias de la comunión con beca distintiva, tres lectores, un fiel detallando la plegaria universal y hasta una chica del cursillo prematrimonial celebrado todo el fin de semana presentando para el ofertorio una cajita con las peticiones 'in pectore' de los novios.
Y entonces, ¿de dónde venía la sensación de frialdad máxima?, ¿de dónde la desconexión entre lo que el celebrante predicaba con el testimonio martirial como hilo conductor y lo que se palpaba en la asamblea? Ojalá sean prejuicios o pálpitos de este cronista, pero… no hay más que ir a la página del equipo sacerdotal de la parroquia donde el padre Rocky Xareal, timorense formado en Indonesia, el país con más musulmanes del mundo, declara: «Aquí la fe de la gente es muy floja, no están dispuestos a ser testigos de Cristo con todas sus consecuencias. He vivido de cerca persecuciones, y eso te hace vivir la fe de otra manera, la vida tiene que ser mucho más comprometida».
A eso se refería el párroco en su homilía, en la que pedía literalmente que «nos partamos la cara por el Hijo de Dios, nos podrán quitar todo pero nadie nos puede quitar la salud de nuestra alma si somos fieles a Cristo Jesús». Fustigaba contra la ambigüedad (incluso en la alta jerarquía eclesial) y contra el miedo a incomodar, a experimentar el rechazo y la soledad por ser coherentes con la fe.
«Que nada me complique la vida», resumía la máxima del cristiano acomodado capaz de transigir «con la mentira del príncipe de este mundo» tratando de espolear a su feligresía, pero en vez de escucharse ningún runrún en los bancos, sólo se oía a los párvulos arrastrando sillas, tirándose al suelo y gritando hasta hacer casi inaudible la predicación.
Todo estaba pensado para facilitar el cumplimiento del precepto dominical, incluida esa fila de comulgar vuelta hacia la puerta, arramblando así el sentido mistagógico de la procesión del pueblo camino del altar. Una vez cumplido, la asamblea se disolvió; sólo Dios sabe si rumiando el versículo de Apocalipsis 3, 20 al que se refirió el párroco en su homilía: «Mira que estoy a la puerta y llamo…»
Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras