José Luis Sanz se queda sólo con la alternativa de Vox para aprobar los presupuestos de 2026

Los socialistas, que presentaron alegaciones parciales a las cuentas, se han dado cuenta de lo que era un secreto a voces y que ese posible pacto con el PP estaba (y está) muy lejos. Es decir, que su modelo de ciudad y el que defiende el gobierno municipal están en las antípodas en la mayoría de las políticas, lo que dificulta encontrar un punto de encuentro. Así se puso de manifiesto este miércoles en la reunión de trabajo que celebró la Delegación de Hacienda con la oposición y en la que quedó claro que «van en dirección contraria a la nuestra», advirtió Muñoz. Una distancia sideral en el peso de cada partida que ha llevado al PSOE a dar un giro de estrategia y renunciar a seguir con la negociación. Lo harán, como dijo su portavoz, presentando una enmienda a la totalidad de las cuentas en el próximo Pleno.

La decisión del PSOE está amparada en una máxima: los presupuestos que ha diseñado el gobierno de José Luis Sanz para 2026 «no sirven». Una crítica que sostienen en el hecho de que evidencian «un deterioro de los servicios públicos, un abandono de los barrios y que no ofrecen una solución al caos de la movilidad y el conjunto de las obras». Prioridades en la que haría falta más inversión y a las que no llega el reparto de las partidas según el análisis que han hecho los socialistas, que además critican el «curioso» aumento del gasto en publicidad y atenciones. «Hay dos sectores económicos que están de enhorabuena en 2026: las empresas de catering, a la vista de tanto pan y circo y galas que propicia el alcalde y, en segundo lugar, quienes se dedican a la propaganda», que según el PSOE multiplica su presupuesto un 48%.

El cambio de postura de los socialistas se suma a la decisión que ya tomó en su día el grupo municipal de Con Podemos-IU. Su portavoz Ismael Sánchez, en una declaraciones concedidas a ABC, aseguró que los presupuestos hay que rehacerlos enteros» y que, en consecuencia, optaban por «no parchear unas partidas que marcan la senda de privatización de servicios públicos, que no resuelven el problema de la Policía Local y los Bomberos, que no garantizan la función social de la vivienda y que ponen el urbanismo en bandeja al pelotazo». Unos argumentos muy similares a los del PSOE que ahora concluyen en la misma estrategia y que evidencian que Sanz tiene cerrada por completa la vía de estos dos partidos. Por tanto, la alternativa a la que debe aferrarse es la de reeditar el acuerdo con Vox, aunque los ediles de Abascal parecen decididos a no regalar el pacto al alcalde y quieren que a cambio se tengan en cuenta algunas de sus políticas más identitarias.

La intención del alcalde es que el Pleno de aprobación de los presupuestos se celebre la semana de Navidad o la anterior. Es decir, en apenas unos diez o quince días. Para llegar con éxito a ese punto es necesario acelerar unas conversaciones con Vox que se vienen produciendo desde hace tiempo. En las filas del partido de Abascal aseguran que la sintonía con el gobierno es buena en estos momentos y que, tras unos primeros años de mandato con cierta tribulación, han conseguido llegar a un punto de encuentro en el que el diálogo entre ambas partes es fructífero. Pero tanto la oposición como el gobierno municipal tienen que jugar sus cartas. Sanz, por su parte, desliza que no les dará un cheque en blanco y que, si la situación se tensa en exceso, tiene todavía la opción de volver a recurrir a la herramienta de la cuestión de confianza para desbloquear las cuentas. Eso sí, sería la última de las que le permite la legislación y agotaría esa vía para 2027, que es año electoral.

En Vox, por su parte, son conscientes de que el pasado ejercicio sacaron un rédito político con el acuerdo, que fue bien visto por su electorado. La clave estuvo en algunos logros como como la apertura de las oficinas de apoyo a la mujer embarazada o la antiokupación, pero no quieren quedarse sólo en estos cambios. Para 2026 han presentado una lista de alegaciones mucho más extremistas, que mantienen su idea de reducir las partidas que vayan destinadas a la cooperación al desarrollo, los sindicatos o las entidades que trabajan contra la violencia de género o apoyan a colectivos como el Lgtbi. Ahí no quieren estar los de Abascal, que piensan que el dinero público debe ir a otras prioridades. Tampoco respaldan que el Ayuntamiento de Sevilla invierta en promoción externa de una ciudad que «se vende sola» y piden que se supriman estas partidas. Una idea que el alcalde calificó de «chocante» y que parece que será el gran punto de fricción. Sea como fuera, ambos necesitan de un acuerdo que debería tener fumata blanca en breve.