A veces, hay que reconocerlo, estas convocatorias dan pereza, como cuando hay que coincidir con el pariente pesado o cuando hay que ir a quedar bien con jefes y compañeros de oficina con los que uno no se siente cómodo. Casi peor todavía es el momento del despido: sea donde sea el sitio, marcharse no es cosa fácil porque hay que despedirse de repente de todo el resto de asistentes.
Muchos tiran por la directa y, dejando de lado lo que es políticamente correcto y una señal de educación, hacen lo que se conoce como una 'bomba de humo', o lo que es lo mismo: abandonan las fiestas sin despedirse. Lo sorprendente es que un estudio ahondó en estas acciones y se descubrió una sorprendente conclusión.
Días desperdiciados
Y es que, según trascendió hace unos meses, un equipo de investigadores de la Universidad australiana de New South Wales determinó que las personas que se marchan de las fiestas sin despedirse ganan dos días al año. O lo que es lo mismo, que las despedidas en las fiestas acaban transformándose en «casi dos días al año desperdiciados».
Los investigadores del Instituto de Gestión del Tiempo hicieron un cálculo de hora. A partir de 2.000 voluntarios determinaron que al cabo del año una persona acudía a una media de 25 fiestas y también concluyeron que entre el momento que se decide abandonar un acto y hasta que se consigue pasan 45 minutos.
«Eso significa que dedicamos una media de 18 horas y 45 minutos cada año a despedirnos», aseguró el investigador principal, Dean Hoddle, que incidía en que buena parte de estos timings se deben a que se tienen que repetir los mismos argumentos y excusas por los que uno quiere irse en varias ocasiones al mismo tiempo en que varias veces los otros intentan convencer de que se debe permanecer en la fiesta.
Los investigadores añadían, además, que esto era solo una media y que muchos de los participantes podían perder el doble de tiempo en marcharse. "Era agotador", confesaba Hoddle que comentaban muchos de los encuestados. Por todo ello, sorprendentemente recomendaban marcharse sin despedirse y recordaban además que muchos de los que se quedan lo están pasando en grande y no pendientes de quién se marcha y quién se queda.
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