Unos españoles que viven en Chipre alucinan con lo que se han encontrado al ir a un restaurante: «Son súper parecidos»
Los llamados choques culturales no siempre son negativos
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Viajar, y más aún vivir, en un país diferente es una de las experiencias más enriquecedoras que puede experimentar una persona. Cada cultura tiene sus propios códigos, costumbres y formas de entender la vida, y los llamados choques culturales no siempre son negativos: muchas veces, nos sorprenden por lo familiar. Porque en ocasiones, lejos de casa, encontramos lugares que nos resultan extrañamente cercanos. Esto es precisamente lo que les ha ocurrido a Marco y Sara, una pareja de españoles que vive en Chipre y que, a través de sus redes sociales, ha querido compartir con sus seguidores una situación muy curiosa que les ha ocurrido al comer en un restaurante chipriota.
«Chavales, Chipre es como España y los chipriotas son súper españoles», dice Marco en el vídeo. Lo que a simple vista parece una salida más para disfrutar del buen tiempo mediterráneo se convierte, según cuentan, en una experiencia casi surrealista por la cantidad de similitudes con el sur de España. «Nos hemos venido a un restaurante aquí en Chipre y es que nos recuerda un huevo a las terrazas típicas de Cádiz o Andalucía en España», explica Marco, rodeado de mesas con mantelitos blancos y azules, platos de cerámica y un mar que podría perfectamente confundirse con el que baña las costas de Huelva o Málaga. La arquitectura, la disposición de las mesas, la atmósfera relajada… todo les resulta familiar.
@marcoysaradetrip CUAL es la MEJOR CIUDAD de ESPAÑA?🤔🇪🇸 #chipre #españa #viajesporelmundo ♬ sonido original - Marco y Sara de trip
Culturas hermanas unidas por el Mediterráneo
Y no solo el entorno, los detalles también les evocan recuerdos muy concretos de su país natal. «Te traen tu pan con tus salsas para mojar», añade Marco, haciendo referencia a una costumbre muy habitual en los bares y restaurantes españoles, especialmente en el sur, donde no hay comida que no empiece con un poco de pan y un buen aceite o alioli.
Sara, por su parte, se centra en lo humano. Para ella, lo más impactante no ha sido el restaurante en sí, sino las personas que lo frecuentan: «La gente tiene los mismos caretos que los españoles, son súper parecidos, como con narices grandes, que los españoles muchos también, morenos y con el mismo careto que nosotros». Una observación que, más allá del comentario, pone en evidencia las similitudes culturales y físicas que existen entre pueblos del Mediterráneo que comparten más de lo que muchas veces nos imaginamos.
«Aquí estamos en la típica terraza al lado de la playa con sus mantelitos típicos de terraza», insiste Marco, mientras la cámara muestra el lugar. El sonido de las olas, el ambiente relajado, las risas de fondo… todo ayuda a reforzar la sensación de estar en casa, a pesar de estar a más de 3.000 kilómetros de su ciudad natal. Sara, al final del vídeo, resume lo que sienten con una frase que muchos gaditanos podrían suscribir: «En vez de venirnos a vivir a Chipre es como si nos hubiéramos venido a vivir a Cádiz».
Lo que Marco y Sara han experimentado no es un simple 'déjà vu gastronómico'. Es una muestra más de cómo las culturas mediterráneas comparten raíces profundas. La dieta, la arquitectura, la forma de socializar, el clima… Todo contribuye a crear ese aire de familiaridad que sorprende a tantos viajeros que cruzan el mar y descubren que, al otro lado, hay gente que ríe, come y vive de una manera sorprendentemente parecida.
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