Son muchos los españoles que muestran en redes sociales estos contrastes y diferencias. Este es el caso de Nuriape, una española con ascendencia asiática. En concreto, la joven se ha ido unos días a su pueblo de Japón, donde viven sus abuelos. A través de un vídeo, ha enseñado cómo es su día a día allí.
El día a día de una española en un pueblo de Japón
Nuriape se levantó a las 04.00 horas. Dice que de normal no se despierta tan pronto, pero anoche se quedó dormida a las 20.00 horas. Como era tan temprano, decidió salir a correr. Según se ve en las imágenes, el sol ya ha salido por completo. «Fui a corretear un poquito entre los campos de arroz y luego a darle los buenos días a mis abuelos», explica.
Tras hacerles una visita a las 06.00 horas, regresó corriendo a casa de su madre. «¡Qué calor hace! ¡Me estoy quemando!», se quejó.
Tras la carrera, se dio una ducha en lo que ella llama «el baño de Sin-chan». «Olía a animal en peligro de extinción», detalla.
Llega la hora de la comida
Nuriape indica que ayudó a su madre a hacer la comida, «vigilando un poco el asunto». En concreto, cocinaron un plato de carne, setas, cebolla y un poquito de arroz.
Tras hacer la digestión, sus abuelos pasaron a recogerla y juntos hicieron la compra. «Mirad aquí lo pequeños que son los carritos de la compra. Como la gente es tan petit y tan baja los hacen a su medida», aclara.
Una vez terminaron las tareas, volvieron a la vivienda para descansar y ver la tele.
Cómo pasa la tarde en un pueblo de Japón
La joven explica que después de la merienda se fue con su abuelo a jugar a golf. «Miradle a sus 82 años», dice a cámara orgullosa. La española señala que a ella no se le da demasiado bien. «Sentarse, oír, ver, callar y animar», sostiene.
Momento de la cena y fin del día
Por último, preparan una cena con las sobras del día anterior. «Como buenos japoneses, se aprovecha todo. Se le pone bien de carne, bien de arroz, bien de huevo... Un buen mejunje que estaba buenísimo».
Antes de poner fin al día, se dio otra ducha y se quedó a dormir con sus abuelos. «Me dejaron preparado el futón. Es mucho más cómodo que una cama», asegura. Nuriape afirma que le gustaría vivir aquí «cuando sea abuelita».
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