crítica de música
España desde compositores franceses e intérpretes portugueses
Ludovice Ensemble presenta un atractivo programa dentro del FeMÀS
El ciclo de Conciertos Cuaresmales de Órgano José Enrique Ayarra cumple su 39ª edición con cuatro citas en la Catedral de Sevilla
Carlos Tarín
Sevilla
FEMÀS 2023
- Programa: «À l'Espagnole». Obras de F. Couperin, Boësset, Lully, Charpentier, Campra, Courbois y Desmarest.
- Intérpretes: Ludovice Ensemble. André Lacerda (haute-contre), Joana Amorim (flauta), Ayako Matsunaga (violín) y Sofia Diniz (viola da gamba).
- Clave y Dirección: Fernando Miguel Jalôto.
- Lugar: Teatro de la Maestranza.
- Fecha: 23/03/2023.
Nos sentimos atraídos desde la misma presentación de este Femás por un programa tan poco común como este, en el que un ensemble portugués nos presenta un programa íntegramente 'A l'Espagnole', escrito por una variedad de compositores destacados del barroco francés. Este ... interés luso por el programa lo refrendaba el propio Fernando Miguel Jalôto, líder del grupo y magnífico clavecinista, en unas palabras iniciales dirigidas en 'portuñol', según él, calificación algo modesta, porque su alocución tuvo más de español que de portugués. Con ella quiso pedirnos que nos sintiéramos como alrededor de ellos, sin el escenario, en una velada íntima, con una luz tenue y como una reunión de amigos. Añadió que la música 'española' que iban a interpretar, pasada por el tamiz francés en tanto que un poco soñada, idealizada, la habían identificado con el olor a azahar de la calle.
La estructura del programa tenía como eje la 'Espagnole', una sonata de juventud de que Couperin había llamado 'La Visionnaire' y que, junto a otras tres similares, terminó renombrando con el nombre de cuatro países, de ahí que el conjunto se llamase 'Les Nations' (publicado en 1726). Cada sonata (Couperin gustaba llamarlas 'sonades', buscando un estilo más francés), se habían compuesto 30 años antes, haciéndolas seguir de otras tantas suites francesas de obras más recientes, que reiteraban a su vez ese gusto por reunir músicas europeas (recordemos su obra 'Los gustos reunidos').
Entre cada movimiento iba intercalando canciones y arias de corte, en las que destacó desde la inicial 'Frescos ayres del prado' de Boësset la voz clara y limpia de André Lacerda, un 'haute-contre', es decir, una voz que se sitúa casi permanentemente en la zona alta de la tesitura, típica de la ópera francesa del XVII y XVIII y asimilada a personajes heroicos. Sobre unos textos predominantemente silábicos, su cuidada dicción permitía seguirlo perfectamente, sobre todo en los dos primeros números, cantados en español. También en los de francés (contamos de nuevo con los sobretítulos que patrocina la AAOBS), y en ellos nos preguntamos si fueron conscientes ciertas pronunciaciones que evitaban la característica 'r' francesa (la rótica gutural). Recordemos que no se sabe muy bien cuándo se da el cambio, pero lo que es seguro es que la 'r' no siempre se ha pronunciado así en toda Francia: ahí tienen la maravillosa producción de 'El burgués gentilhombre' de Lully/Molière debida a Benjamin Lazar, que quiso recuperar ese habla anterior y muchos otros detalles, y no sólo lingüísticos.
El 'ensemble' en sí creemos que se vio mediatizado por la flautista Joana Amorim, quien con un traverso que parecía un enorme juguete, apenas sacaba sonido de él, lo que obligaba a los demás a no eclipsarla, resultando con frecuencia la textura algo plana. Es verdad que se podían haber realzado más las preguntas y respuestas, los enunciados y sus ecos, pero nos pareció que hasta aquí la cosa estaba muy mediatizada por la flauta. No es que sea una teoría nuestra, sino que cuando la violinista Ayako Matsunaga inició el 'Prèlude' de 'Dom Quichote: VIIème Cantate à voix seule', en los pocos segundos en que se vio sola pudo evidenciar un sonido más radiante, menos mate, más diverso y teatral.
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Jóvenes talentos de naturalidad 'transgresora'
Carlos Tarín
Claro que el verdadero contraste se dio entre las piezas más descriptivas, más dramáticas o directamente teatrales y las meramente instrumentales. Ahí convergieron todos los caminos, en parte por las obras en sí, pero en muy buena parte por las escenificaciones de Lacerda, que supo asumir tanto las locuras místicas y caballerescas del hidalgo Don Quijote como las más mundanas y pragmáticas del escudero. De igual manera, ya anteriormente se habían diversificado un tanto con otro héroe hispano en las '3 Airs sur les stances du Cid' de Charpentier.
Por último, destacamos el trabajo insistente de la violagambista germana Sofia Diniz, quien realizó un trabajo incesante, y de la que nos sorprendió que de su mano izquierda sólo se moviesen sus dedos, como si fuese una articulación mecánica, cosa que no afectó a su fraseo, virtuosismo o musicalidad. Por lo demás el conjunto materializó esa impresión inicial que quería dejarnos Jalôto de una España refinada, sutil y de delicados perfumes.
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