El simulacro de entrevista de Pepa Bueno
«El papelón no era fácil, que era la chica nueva en la oficina. Pero venía de dirigir el libelo publicitario otrora conocido por independiente y defensor de la democracia, y eso hace que se desarrolle sentido»
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Iniciar sesiónPepa Bueno ha hecho muy bien su trabajo. Porque su trabajo no era realizar una entrevista que obtuviese del presidente del Gobierno, tras catorce meses desde la última concedida, las respuestas que todavía hoy no se nos han dado como ciudadanos (ese habría sido ... el trabajo de un periodista independiente, libre y riguroso), sino la de facilitar a su jefe la excusa para lanzarnos una homilía propagandística disfrazada de honestidad, valentía y transparencia.
El papelón no era fácil, que era la chica nueva en la oficina. Pero venía de dirigir el libelo publicitario otrora conocido por independiente y defensor de la democracia, y eso hace que se desarrolle sentido. Y Pepa Bueno sabía bien lo que tenía que hacer y cómo hacerlo. Porque una entrevista masaje habría sido demasiado desacomplejado incluso para ella y para una RTVE convertida (hasta la activista, periodista y actriz -«soy mocatriz», cantaba Ojete Calor- Marta Nebot) lo ha reconocido en directo y sin rubor) en instrumento estratégico «a la ofensiva» en la comunicación del Gobierno.
Por eso se arrancaba con una primera pregunta que parecía levemente hostil («un año es mucho tiempo sin que un presidente se someta al interrogatorio de un periodista sobre su gestión. ¿Va a cambiar? ¿Va a estar más disponible esta temporada?»). Pero solo lo parecía, marcaba el tono, porque ante una respuesta como «siempre lo he estado. Es un placer someterme a las preguntas de los periodistas, siempre lo he hecho como presidente del gobierno», optaba la entrevistadora, en lugar de por repreguntar y señalar que catorce meses sin dar entrevistas no es estar disponible para los periodistas (o que las concedidas en la última legislatura fueron todas a medios y periodistas afines) por un «han pasado muchas cosas en este año, presidente». Que era un poco un «pues parece que refresca» o un «pues ya hemos cenado».
Y, a partir de ahí, ya la entrevista continuó siendo lo que esperábamos y Pepa Bueno se dedicaba a dejarle suavemente a Pedro Sánchez la pelota frente a la portería y sujetar al guardameta. De vez en cuando, no se sabe bien si por pudor o por tacticismo, adoptaba actitud de estar poniéndole contra las cuerdas. Puritita tramoya, entremés bufo: Pepa Bueno jugaba a hacerse la periodista incisiva y, Pedro Sánchez, a estadista de altura que no se amilana ante insidioso interrogatorio. Pero, cuando el entrevistador compra el marco argumental del entrevistado antes incluso de sentarse ante él y, frente a la mentira flagrante o el escapismo dialéctico, ni pregunta y ni repregunta, no se deje engañar: no es entrevista, es simulacro. Un apañado remedo.
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