Premios Goya 2020
Unos Goya eternos para el mitin anual del cine español
Los ganadores dedicaron más tiempo a pedir que a celebrar desde el escenario de Málaga
El chiste sobre las cero nominaciones de José Luis Garci fue de lo más criticado
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Iniciar sesiónFue una coletilla inconsciente, pero resume el estado de los Goya : «Me gustaría decirle al presidente, sin que le moleste porque lo tenemos como invitado en esta fiesta, que el cine independiente que se hace fuera de las televisiones y las plataformas está en ... serias vías de extinción». La frase la pronunció Pedro Almodóvar con el Goya de mejor director en la mano. «El cine necesita la protección del Estado», concluyó ahogado ya por la ovación del pabellón. Pero Pedro Sánchez, que ya llevaba cuatro horas sentado y no parecía estar pensando en medidas legislativas, ni movió la ceja. No se inmutó ante la alusión más directa a su Gobierno del cine español, que sacó el guante de seda para el PSOE y el colmillo contra la oposición.
Ese «sin que le moleste» viene a significar una forma de ser y de actuar habitual de la industria en su noche más mediática. Con los focos del «prime time» encendidos, los dardos siempre se desvían hacia el mismo lado del objetivo. De hecho, la primera alusión política del guion fue para relacionar corrupción con Mariano Rajoy , que pasó la noche del sábado tan alejado de la primera línea mediática como Marisol. La siguiente, la de Pedro Sánchez, era un chiste que es un favor: «No sé cómo referirme a usted, porque el presidente es Mariano (Barroso), Pedro es Almodóvar y el guapo es Banderas», lanzó Andreu Buenafuente.
Fuera de guion, lo esperado. Más allá del comentado agradecimiento a « todas las antifascistas del mundo » del actor revelación Enric Auquer, o del momento en el que Rosana Pastor y Juan Diego Botto decidieron que no era mala idea hablar del pin parental al anunciar el Goya a mejor canción original, los agradecimientos variaron entre la denuncia del cambio climático, la protección de las lenguas cooficiales y hasta del, con perdón, «derecho a correrse». Cómo sería la cosa que hasta se gritó un «¡Viva España!» desde el escenario, aunque lo pronunció el actor francés de «Los miserables» al recoger el título de mejor película europea. El mejor discurso de los ganadores fue, de lejos, el de Antonio Banderas .
«Déjenme decirles que nuestro cine está lleno de esa gente. Decenas de miles de familias viven de este oficio»
Mariano Barroso
Presidente de la Academia de Cine
Solo Mariano Barroso, el presidente de la Academia, fue capaz de hablar en positivo, de celebrar y no de pedir. Motivos hay: cien millones de euros recaudados por películas españolas , segundo mejor dato de la década en asistencia a los cines, triunfos patrios en los festivales de Venecia, Cannes, Toronto... y hasta en los Oscar . «Hoy, y cada día con su trabajo, la gente del cine quiere reivindicar el país con el que se identifica. Un país de gente que trabaja en silencio, concentrada y sin aspavientos. Un país de convivencia y de respeto», dijo en su discurso oficial. «Déjenme decirles que nuestro cine está lleno de esa gente. Decenas de miles de familias viven de este oficio », sentenció.
Es curioso que una gala que debería ser para presumir de lo mejor que se ha hecho en un año se diluya en otras batallas. Ya no se trata de criticar las casi cuatro horas de duración o de que todos los premiados disfruten su momento, sino de que los Goya deberían ser la carta de presentación de que el cine español es capaz de entretener y divertir al público, y no solo reivindicar. En Hollywood, dirán, también los premiados se pasan las galas (más largas incluso) hablando del «Me too», de la diversidad racial o del cambio climático. Solo que allí de vez en cuando aparece un Ricky Gervais que les pone enfrente desde el escenario.
Ser del club
Aquí los presentadores, Silvia Abril y Andreu Buenafuente , prometieron que el guion de la gala sería suave. «No vamos a ser muy sarcásticos con nadie. Es su fiesta y no estamos para dar caña a nadie». Cumplieron, hay que reconocérselo, porque no se metieron con nadie de los presentes, aunque no dudaron en disparar a los que no invitaron a la fiesta. El chiste de las cero nominaciones de José Luis Garci, historia del cine español, ha molestado a diestra y siniestra. «Yo nunca he sido “progre”. Para mí, progre es el que está a lo que se lleva, el que no tiene voz propia. Ya lo decía mi madre: este chico es muy independiente. Cuando me decían: ¿tú de dónde eres?, yo decía: mira mi película, mira mis libros», contaba Garci a ABC en septiembre. Será por eso que su «Crack cero», en blanco y negro y enmarcado en la Transición, se quedó fuera del club.
Una fiesta a la que por cierto sí estuvieron invitadas personalidades tan alejadas del cine como Ona Carbonell o Carles Puyol , que en los Goya de los Goya se llevarían el de peores intérpretes por su lectura de la sinopsis de dos de las películas nominadas.
Resaca tuitera
El día después de la gala de los Goya, las declaraciones de los cineastas encontraron su réplica desde otros sectores. El escritor Arturo Pérez-Reverte fue uno de los más claros: «Viendo anoche los Goya, pensaba que a mí también me gustaría que el Estado subvencionara a los editores, a los libreros, a los escritores e incluso a los lectores. Y también, de paso, a la media docena de sobrinos que tengo trabajando en el extranjero», escribió en Twitter. El tema saltó a la música y después a las fuerzas políticas. El debate cíclico y recurrente sobre las ayudas del cine -las directas son 35 millones de euros de los 838 millones que maneja el Ministerio de Cultura- es lo único más infinito que la duración de las galas de los Goya.
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