Crítica de 'La manzana de oro': Vida y sarcasmo del mundillo poético
Hay tanta frase aguda, tanta cita hermosa y tanta intensidad de letra que, a pesar de todo y tono, puede uno deleitarse en ella
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Iniciar sesiónNo ha de resultar nada fácil, aunque sí entretenido y jugoso, adaptar a película la novela 'Ávidas pretensiones', de Fernando Aramburu, en la que entra con gracia descriptiva y buen arsenal bélico en el mundo de poetas y juegos florales. Jaime Chávarri, un director ... que llegó a la cumbre en sus comienzos, con 'El desencanto', que buscó refugio en el documental y que llevaba casi veinte años sin hacer una película, ha entrado a ese comprometido trapo de ponerle imágenes a la letra jocosa, a la caricatura, al consabido cliché, a la sarcástica muletilla y a lo risible y detestable (también humano) de ese clan bardo y juglar tan revuelto, como todos, de egos, envidias, frustraciones, amores y odios.
Un mundo cerrado y una película que se encierra en un entorno rural para celebrar unas Jornadas Poéticas en las que se otorga el premio anual de La manzana de oro. La llegada de los participantes nos permite ir catalogándolos y presentir que la batalla no será, en realidad, literaria: viejas rencillas, viejos amores, las relaciones de 'abrazos cortos', intrigas de pasillo, de papel escrito, nuevas voces y tendencias, desde la poesía callejera a la prosa 'influencer'…, y la amenaza del alcohol, el recurso de las sustancias excitantes, la presencia invisible del clero y de la subvención. Todo ello tratado con una cierta grosura de trazo para que no pierda la apariencia de parodia.
La manzana de oro
- Dirección Jaime Chávarri
- Reparto Sergi López, Marta Nieto, Adrián Lastra, Roberto Enríquez, Vicky Peña, Ginés García
- Fotografía Kiko de la Rica
- Guion Jaime Chávarri, José Ángel Esteban
Y es eso, quizá, lo menos ajustado de la película, la dificultad de encontrar un tono preciso, una gracia natural y una cercanía conmovedora a ese grupo humano tan inseguro y a la vez tan pagado de sí mismo. No es una cuestión de actores, o de interpretación, sino del hallazgo preciso del timbre, o la música, que haga más gozosa la función. Cada uno de los intérpretes, todos bien enlatados en su papel, tira de su personaje y lo hace reconocible, risible, patético y prosaico, envuelto en algo de talento invisible y enorme y visible vulgaridad. Sergi López, Marta Nieto, Roberto Enríquez, Adrián Lastra , Vicky Peña…, todos laten, pero hay algo de sorpresa en Ginés García Millán, en Joaquín Climent, Carla Campra, Álvaro Subiés, Paca Gabaldón, cuyos personajes tienen otro latir.
Y esa imprecisión en los tonos, a veces exagerados, a veces pretenciosos, obliga al espectador a aclimatarse a la historia para poder entrar en ella. En cualquier caso, hay tanta frase aguda, tanta cita hermosa y tanta intensidad de letra que, a pesar de todo y tono, puede uno deleitarse en ella.
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