El precio altísimo de la amnistía

Este mero trámite resuelto a las 11:25 estaba ya amortizado a beneficio de inventario, porque todo había quedado «atado y bien atado» de un modo particularmente humillante, arrastrando al Gobierno a la puesta en escena de una negociación fuera de España de igual a igual con un prófugo de la Justicia que les dictaba no solo la Ley a su medida (resulta irónico que asesorara a Moncloa quien después sería abogado de Begoña Gómez para su carajal académico, y al prófugo un letrado de pasado terrorista) sino además la reescritura del 'procés' asumiendo que los 'golpistas' estaban en el lado correcto de la Historia y, por tanto, merecía quedar amnistiado. Hoy el independentismo ha celebrado y proclamado esa victoria en el Congreso.

La votación, con ese 177-172 en un clima de alta tensión, retrata el bloquismo sanchista con su mayoría artificial de investidura, un fraude blanqueado como 'mayoría progresista' desde el oportunismo de la tómbola retórica para llevarse la papeleta ganadora. Sánchez sabía esa noche del 23J que no existía una mayoría de izquierda, aunque no dudase en retorcer la realidad para falsear el resultado de las urnas, pero a la vez sabía que sí podía aglutinar una mayoría de intereses comunes dispuesta a pasar por el aro si les hacían 'una oferta que no vas a poder rechazar'. Ese resultado de 177-172 queda en evidencia la luz de lo dictaminado por la Comisión de Venecia, a pesar de las mentiras de Bolaños y su infantería mediática. La Comisión de Venecia fue muy clara en que una amnistía requiere mayorías amplias para servir de reconciliación real, y no quedar en un trapicheo partidista como éste. Aquí no se ha buscado la reconciliación sino el poder.

Hay algo muy revelador: ni Tezanos se ha atrevido a publicar un CIS sobre la amnistía, porque requeriría un ejercicio de manipulación excesivo incluso para Tezanos. Eso sí, desde ahora la maquinaria de propaganda de Moncloa se afanará en vender el relato de la concordia, como viene haciendo desde hace meses con desahogo oceánico. Bastaba oír esta mañana a la portavoz de Junts en el Congreso: «Ustedes han faltado el respeto a todo un pueblo y tenían que repararlo» para añadir «la lucha continua». También ha dicho que han logrado no el perdón, sino ganar la batalla. Y así es. También Esquerra habla victoria suya y «derrota del Régimen del 78». Tienen motivos para sentir y proclamar que han ganado, al quedar impunes, aunque la sociedad catalana haya optado por el nacionalismo moderado del PSC en las últimas elecciones catalanas.

No será fácil imponer el relato de la concordia en una legislatura ultradivisiva en la que se ha levantado algo más que un muro simbólico. La hostilidad es cada vez más áspera, como se ha escenificado en el Congreso. Y se han reabierto heridas profundas. Pero Sánchez ha estado dispuesto a pagar cualquier precio, por altísimo que fuera, para conservar el poder.