TODO IRÁ BIEN
Reyes
Lo físico cuando lo muestras pierde enseguida interés
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Iniciar sesiónCuando tuve la edad que hoy tiene mi hija encontré la carta que mi padre había escrito a los Reyes. Sólo les pedía por mí, ni siquiera por mi hermana, y les contaba lo mucho que le costaba hacerme entender que tenía que obedecer, ... sacar mejores notas, no desafiar a los maestros que no me agradaban, hacer más vida con mis amigos y no quedarme todo el día solo, escribiendo poemas y artículos. Nunca me dio esa carta ni me dijo que la había estado escribiendo. Simplemente la dejó en uno de los cajones de su escritorio que me tenía prohibido abrir pero que sabía que yo revolvía cuando no estaba en casa.
Siempre supe que no me había portado bien y nunca dejé de esperar los regalos en la noche mágica pero aquella dedicatoria de mi padre fueron los Reyes que más recuerdo y agradezco. Me gustó su estilo, tener aquella conversación sin tenerla a través de una carta que me dejó en un cajón prohibido para que yo supiera que él sabía que miraba sus cosas sin permiso. Y todo para decirme y no decirme que me quería y que incluso cuando yo más listo me creía él conocía cada uno de mis pasos. Fue la primera vez que me relacioné con alguien de una manera sofisticada, adulta. Mi primer juego intelectual y me gustó pero en silencio, porque el modo en que había obtenido la carta y lo que decía no daban para celebrar.
Han pasado los años. Mi padre murió tras un largo silencio. La mesa en la que escribo es transparente y no tiene cajones.
Mi hija es desafiante como yo y como yo obedece cuando le parece bien. Pero sobresale en sus estudios y es como ahora se dice 'popu' entre sus compañeros y amigos. Mi carta a los Reyes no tengo que esconderla porque le digo a la cara lo mucho que me agrada, lo que le exijo que mejore y que es mi persona preferida además de a la que más quiero.
No soy un modelo de virtud y comportamiento. No sé si va a ser suficiente –y no lo digo como una coquetería sino porque realmente no lo sé– pero soy el único padre que puedo ser y tal vez por ello son largas las conversaciones con Maria y muchas van sobre mis fallos y mis defectos y ella me pregunta con interés los detalles de anécdotas que no son las que precisamente uno explica para presumir ante su hija. No me ha hecho nunca ningún reproche pero luego a la hora de comportarse me doy cuenta de que es capaz de hacer algo diferente y francamente mejor.
Sobre los regalos intuí desde que nació que era mejor hacérselos cada día porque vincularlos a unas notas, a un logro, a una epifanía, crea una ansia que oscurece y esa falta de generosidad que tan mediocres nos vuelve. Lo físico cuando lo muestras pierde enseguida interés. Si mi hija quiere algo lo compro al punto y así podemos continuar hablando de lo que en realidad importa. No eres libre ni brillante si todo lo esperas de paquetes que se pueden desenvolver.
Lo que Maria pide a los Reyes, las cartas son largas y explica por qué, son maneras no ofensivas de que algunas de sus amigas tengan lo que no pueden tener.
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