España es una madre

Pero España es una madre y sabe que no puede vivir sin su familia completa y así la ha preservado a lo largo del tiempo. Tras los momentos de agitación y aspavientos llegan las épocas de entendimiento. No hay extremo español, ni en el nacionalismo ni en el eje derecha-izquierda, que no haya sido capaz de ponerse por lo menos una vez de acuerdo con el otro extremo. La Transición son las mejores estampas que madre España guarda en el recuerdo.

Hoy todo parece un drama pero si Puigdemont hubiera convocado elecciones en lugar de declarar una independencia que él era el primero que sabía que era un delito flagrante y una estafa a sus electores, porque nada tenía preparado para llevarla a cabo, nos habríamos ahorrado mucho dolor a cambio de ningún logro, mucho malestar público y privado, y esta amnistía humillante para España pero también para el independentismo, porque le devuelve sin más al punto de partida. Es cierto que el Estado ha acabado empatando un partido que tenía ganado pero lo es todavía más que el independentismo no ha ganado nada que no tuviera antes de que el circo procesista se instalara en la ciudad.

Romper España es lo que dice querer el hijo delincuente pero aunque después de cada palo que da se ausenta un tiempo de casa nunca paga el precio por definitivamente marcharse. La derecha parece desafecta en su severidad cuando castiga a su hijo sin salir veinte fines de semana, pero es para evitar que vuelva a delinquir y para que aprenda a comportarse. Luego cuando las cosas se calman puede pactar con él y cumple y la convivencia es hasta agradable pero siempre llega el momento en que comete el siguiente disparate. La izquierda parece más amorosa, más querida, pero sólo porque no quiere tomarse la molestia de educar y en lugar de enfrentar al hijo a sus delitos lo cubre con una coartada falsa cuando declara ante la Policía y luego se va con él a tomar unas copas y se reparten las joyas que ha robado.

España es una madre. A veces muy severa y a veces lamentable. Pero ni el fin del mundo ni el fin de España han estado nunca cerca por muchas veces que hayan sido proclamados. Calma. Tal como Podemos está a punto de extinguirse en la necedad extrema de Iglesias, que es ya sólo un tertuliano y de los que dan más pena, el independentismo perderá la mayoría en Cataluña antes de que la ley de Amnistía pueda aplicarse, lo que sin duda será una bella metáfora sobre la situación real de Puigdemont y sobre su supuesta audacia; y también sobre el extraño material, de dureza inexpugnada, del que está hecho el nervio de Pedro Sánchez.