todo irá bien
La cabeza y la piedra
Una salida inteligente del Partido Popular habría sido reírse del acuerdo y acusar a los independentistas de necios
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El acuerdo para una nueva financiación de Cataluña no es más que una declaración de intenciones. Expresa la voluntad de la Generalitat pero el Gobierno no acepta el principio de ordinalidad –esencial para que pueda hablarse de 'cupo' o de 'concierto'–, ni que Cataluña ... pueda recaudar y gestionar todos los impuestos; y se limita a decir que avanzará hacia una gestión compartida del IRPF, que de todos modos no será el año que viene, ni se sabe el año que será, ni si todavía estará Pedro Sánchez para poderla negociar, porque el acuerdo no establece ningún calendario ni un plan concreto para crear la eventual hacienda catalana. Dice que es voluntad de Cataluña avanzar en este sentido, pero no dice más.
Pactar la investidura de Salvador Illa a cambio de este acuerdo fue el típico enredo socialista. El PSOE ha desarrollado con los años una habilidad única para fijar el engaño a los cantonales. Una salida inteligente del Partido Popular habría sido reírse del acuerdo y acusar a los independentistas de necios por dejarse engatusar tan fácilmente y por los mismos de siempre. Si el PP se hubiera burlado de la candidez de Esquerra, habría demostrado inteligencia política y habría puesto a Pedro Sánchez en dificultades reales con sus socios –que no van sobrados de credibilidad ante sus electores– y para reaccionar ante tal ridículo podrían haberlo dejado caer.
Pero no. Ha vuelto a comparecer la derecha de la brutalidad y el sometimiento, como el toreo antes de Juan Belmonte. Salvador Illa consiguió con mucho temple la investidura de un presidente no independentista a cambio de un sistema de financiación simulado y 'fake' que en su formulación definitiva no se compromete a lo que ERC y Junts quieren y sólo enuncia y sin concreción deseos y demás vaguedades.
Ni se rompe España ni la solidaridad entre españoles pero el debate es incómodo porque todos están atrapados en sus mentiras. ERC tiene que justificar sus pactos con los socialistas y que no se le note que es más de izquierdas que independentista; Junts tiene que decir que el acuerdo es decepcionante para hacer quedar mal a Esquerra y continuar vendiendo su mercancía averiada de la independencia para dentro de cinco minutos; y el Partido Popular, en su hiperventilación antisanchista para frenar a Vox, dramatiza lo que es parodiable y gesticula en la reacción para disimular que su estrategia es entenderse con Junts, sabiendo perfectamente que este acuerdo no rompe España como no la rompieron los indultos, ni la romperá la amnistía –si llega a producirse, que ya veremos– ni la romperá absolutamente nada que no sea la manera agresiva, prebélica, tan sumamente desconsiderada que a veces tiene de tratar a España, como si fuera una piedra para tirarla contra la cabeza del otro a ver si la rompe. La cabeza. Y la piedra.