vivimos como suizos
Comer la oreja
Parece que estamos asimilando el descuartizamiento como una noticia más de verano
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Iniciar sesiónArrimadas contó que la primera vez que fue a un mitin político, sin ser ella nada de eso, lo que más le gustó fue que «la gente era supernormal». Claro que también tuvo que sufrir siendo ya política otra clase de normalidad, como el día que unos botarates siguieron por el barrio a Arrimadas ... y a su marido: «¡Fuera de Cataluña. Cerda y fascista!». Luego que si qué gran error fue irse de Cataluña. Arrimadas entró en Ciudadanos por ese mitin. Mercedes Fórmica se hizo de Falange cuando escuchó a José Antonio, sin saber quién era, por la radio: «No somos un partido de izquierda que, por destruirlo todo, destruye hasta lo bueno, ni de derechas que, por conservarlo todo, conserva hasta lo injusto». Aunque en esa España nada sería normal.
La normalidad sí es que alguien te coma la oreja. Es menos normal descuartizar a un señor, cirujano o no. Aunque no sé qué pensar. Creo que lo estamos asimilando como una noticia más de verano. Lo que me fascina es que el descuartizador, habiendo confesado, se empeñe en ponerse una toalla o lo que sea encima de las manos para que no se le vean las esposas. Claro, que si a mí me pusieran unas Birkenstock también haría lo posible por tapármelas. Como diría Samantha Jones de no depilarse, ni en el corredor de la muerte.
Hemos visto en 'Lecturas' cómo parece que una joven delgada y tatuada chupa una oreja a Albert Rivera muchos años después de que creyéramos que un millonario texano calvo chupó un pie a Sarah Ferguson. Cuando el asunto salió en 'The Crown', John Bryan habló: «No quiero que se me recuerde para siempre como el 'financiero de Texas que chupaba los dedos del pie a Fergie'. Para empezar, soy de Nueva York». Y que la escena no tenía nada de sexual, aunque la pelirroja estuviera con las tetas al aire. Bryan y las niñas jugaban a 'Cenicienta'. Los tres besaron «los pies de mamá». Se me ha olvidado eso del cuento. La que come oreja ha leído 'Seda', de Baricco, ocho veces. Ocho. Y le gusta citar mucho una frase de la novela: «Somos maravillosos todos, y damos todos asco». Quizá sea mejor dar asco que ser supernormal.
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