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Calor mortal

Ramón Palomar

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Si eres un mequetrefe con ínfulas no parece muy inteligente pelear contra el matón del patio. Si en tu chaladura de lechuguino bocachancla te enzarzas en la batalla, atente a las consecuencias. Tanto en la vida como, demasiadas veces, en la literatura, el romanticismo no ... es sino un calentón pasajero que nubla la sensatez hasta provocar daños irreparables. El romanticismo vindica las tormentas de truenos y relámpagos, los excesos en los enamoramientos que duran lo que una golosina entre las zarpas de un glotón y las pasiones desaforadas de pura pirotecnia que representan el infantilismo más absurdo. Puro estrépito, formidable fanfarria, que se acepta cuando eres un joven sin nada que perder y te dejas arrastrar por tus instintos un tanto cavernícolas porque todavía andas escaso de la veteranía que fertiliza el saludable escepticismo.

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