PERDIGONES DE PLATA
Morosidad española
Nos acaban de embargar el Instituto Vicente Cañada de Londres, una vergüenza
Morder la mano (25/8/2023)
Casquería (21/8/2023)
EI mejor moroso de nuestra historia reciente fue, sin discusión, el gran Vázquez, el padre de 'La familia Cebolleta' y de tantos y tantos personajes de tebeo que retrataban a la perfección aquella España plagada de buscavidas, curriquis multipelaje y aprovechados de fortuna. Ibáñez ... lo inmortalizó morando en la buhardilla de la '13, Rue del Percebe', siempre huyendo, mediante subterfugios geniales, de sus implacables acreedores.
Nuestra ilustre golfemia estuvo saturada de sablistas voraces como plaga de langostas que jamás devolvían la limosna concedida. Baroja, parece ser, era presa fácil porque las ganancias de su tahona le posibilitaban socorrer a la paupérrima pandilla. Aunque para nada era tonto. En ocasiones, si el pedigüeño le irrespetaba farruco, le cortaba rapidito. Balzac, con sus ilusiones de brillo aristocrático, vivía muy por encima de sus ingresos y procuraba agenciarse pisos con salidas alternativas para, mientras trabajaba dopado por ese café atómico que le permitía escribir largas horas sin ninguna pausa, escapar cuando los alguaciles le reclamaban las deudas. Y qué decir de González-Ruano… Otro artista al que jamás le preocuparon los números rojos. Disfrutaba como un millonario aunque sus bolsillos permaneciesen en atroz sequía. Pero Vázquez rezumaba un sabor surrealista que nos hipnotizaba, y Balzac y Ruano derramaban un talento infinito, por eso les releemos. A estos morosos se le excusaba porque nos proporcionaron sublimes momentos que se tatuaron en nuestra sesera. Eran tipos únicos, irrepetibles. Lo malo es cuando España presenta un lado moroso que nos arrebata cualquier jirón de seriedad. Ahí duele. Acaban de embargar el Instituto Vicente Cañada de Londres por nuestros impagos respecto a las trapisondas de las renovables. Esto supone una vergüenza que nos arroja hacia la orilla de los malpagadores. Pero a nuestro gobierno se la suda este descalabro. Si al menos destilasen la gracia de los mencionados… Pero nos tememos que nunca superarán la frontera del vulgar escaqueado.