perdigones de plata
Casquería
Entendí, pues, que necesitaba una ración de hamburguesa infraliteraria
El percal (18/8/2023)
Un profesional (14/8/2023)
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Iniciar sesiónNuestro cuerpo es una especie de tirano que trata de imponer su ley. No hay que fiarse demasiado de lo que nos pide porque, en general, suele reclamar asueto, lirili, molicie, perrería, bebidas espirituosas y desparrame nocherniego. Al cuerpo se le vigila y se le ... reprime para que no se apodere de nuestros confusos instintos. Pero en verano… ah, en verano la cosa cambia y conviene levantar el pie del freno para que el cuerpo también se tome sus licencias. A uno el cuerpo le demanda, de vez en cuando, por estas fechas, hamburguesa para cenar. Pero no me refiero a una de esas hamburguesas de diseño delicado a base de carne selecta y añadidos inverosímiles, no. Yo quiero hamburguesa grasienta, guarra, espesa y muy basurera. Mi cuerpo lo agradece y le concedo la merced.
Este fenómeno de 'guarriburguer', según detecto, no sólo se manifiesta en la esfera gastronómica, sino también en otras. Acabé la lectura del diario de posguerra de Cansinos Assens y empalmé con 'Orient-Express' de Mauricio Wiesenthal. La erudición de este hombre apabulla y colma cualquier paladar. Su prosa, alejada de la pedantería, satisface incluso al más cazurro. Terminada la obra de don Mauricio, estaba a punto de zambullirme en unos diarios de André Gide que van desde 1911 hasta 1925, pero entonces mi cuerpo se rebeló, se encalabrinó, se atragantó. Demasiada alta cultura en demasiado poco tiempo. Pobre cuerpo el mío, sometido a tanta grandeza literaria. Entendí, pues, que necesitaba una ración de hamburguesa infraliteraria, una dosis de casquería de genuino 'pulp' y de verdadero y trallero 'hard boiled'. Así pues, me agencié un par de novelas de Sven Hassel y me las tragué con generoso riego de 'ketsup' y de mostaza industrial. Mi cuerpo y yo disfrutamos con esos soldados cafres encallados en el horror sangriento de la Segunda Guerra Mundial. Ahora, por fin, estoy preparado para recibir a Gide. Haga caso a su cuerpo durante las vacaciones. A partir de septiembre, de nuevo lo embridamos para regresar a nuestras morigeradas rutinas.
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