tiempo recobrado
La traición de los clérigos
Los intereses de Sánchez han prevalecido sobre un debate interno que era más necesario que nunca
Un congreso a la búlgara
Una historia por escribir
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Iniciar sesiónLa publicación de 'La trahison des clercs' en Francia en 1927 dio origen a una fuerte polémica. El libro de Julien Benda molestó a la derecha nacionalista de Maurras, pero también a la izquierda socialista y, especialmente, a los marxistas.
Traducido al castellano como ' ... La traición de los intelectuales', Benda utilizó el término 'clérigos' para denominar a los dirigentes y a los ideólogos que anteponen su militancia a valores universales como los expresados por Erasmo, Kant y Voltaire. Creía que la ética tenía que estar por encima de los intereses de raza, nación, clase o partido.
Benda nunca estuvo en contra del compromiso de los intelectuales. Lo que fustigaba era el sectarismo y el dogmatismo de las organizaciones políticas. Sus críticas se dirigían tanto a Marx y a Nietzsche como a Peguy y Bergson. Rechazaba la emotividad en la política desde algo similar al imperativo categórico kantiano.
El escritor francés denostó el nacionalsocialismo, defendió la República española y se opuso a los acuerdos de Múnich con Hitler, al pacto germano-soviético y al régimen de Vichy. Maurras lo tachó de «pequeño judío miserable» y la Gestapo lo puso en la lista de enemigos. Benda se escondió en el sur de Francia y se salvó por los pelos de ser ejecutado.
La trayectoria de Benda fue errática porque, después de la II Guerra Mundial, justificó los procesos estalinistas de Moscú y Praga en contradicción con todo lo que había escrito. Quien había sido azote de los partidos de la III República acabó defendiendo el totalitarismo soviético.
Pese a sus errores, las advertencias que formulaba en su libro sobre los intelectuales son hoy tan actuales como hace un siglo. Tanto en Europa como en España, hay ideólogos, 'think tanks' y dirigentes que justifican los abusos del poder y encuentran argumentos para no condenar a los gobernantes que ignoran la ética y eluden las normas democráticas para lograr sus fines.
Esto es lo que hemos visto en el congreso socialista de Sevilla, donde el culto a la personalidad, el providencialismo, la nula autocrítica y el ataque a jueces y medios han sido jaleados. Los intereses de Sánchez han prevalecido sobre un debate interno que era más necesario que nunca. Y ello, con el silencio de muchos intelectuales de la izquierda, que han comprado la falsa mercancía del líder socialista.
Las contradicciones, los giros y el tacticismo de Sánchez no serían posibles sin esa traición de los clérigos, que optan por cerrar los ojos para no ser señalados como cómplices de la derecha por la maquinaria propagandística de La Moncloa. Pero ya no es posible seguir callados ante unas políticas al servicio del mantenimiento en el poder de una persona. Ese el dilema moral de la izquierda: debe elegir entre los intereses y los principios.
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