Del no pasarán al pacto

Pero esa opción fácticamente posible sería un desastre para España por muchas razones. Permitiría a Sánchez continuar en el poder durante algunos años, tal vez cuatro, pero sería muy mala para este país. Y no por el hecho de gobernar el líder socialista sino por los peajes que tendría que pagar a sus socios.

Es público y notorio que los partidos independentistas exigen un referéndum de autodeterminación a fecha fija. Ayer Junts insistió en que fuera vinculante y pidió una amnistía. Sin estos compromisos no habrá Gobierno. Esto es una línea roja que Sánchez no puede cruzar. Me responderán algunos lectores que ya ha pactado con ellos durante la pasada legislatura, pero ahora las condiciones van a ser mucho más duras. Entre otras razones, porque a Junqueras y Puigdemont les ha ido muy mal en estos comicios.

Un hipotético Gabinete encabezado por Sánchez se enfrentaría a otro grave problema. Ha vencido las elecciones con promesas de gasto que no podría cumplir porque Bruselas exige un ajuste presupuestario en 2024. Ello implica unas políticas que ni Sumar ni los independistas quieren asumir.

Y hay otra y poderosa razón, que me parece la más importante. Me refiero a la polarización que generaría en la sociedad española un Gobierno con los independentistas, que, como es obvio, lo que pretenden es avanzar hacia sus objetivos. Estaríamos en un escenario de división, enfrentamiento y tensión social, probablemente muy parecido a lo que hemos visto en esta campaña.

Por todo ello, la única alternativa racional y beneficiosa para el futuro de este país es un entendimiento entre el PSOE y el PP, un Gobierno de coalición que obligue a los dos a pactar reformas eternamente aplazadas como una regeneración ética de la política y a consensuar leyes en cuestiones de Estado.

Esto convierte a la actual situación en una oportunidad histórica para hacer algo que no se ha hecho en los 45 años de democracia. Pero no soy optimista. Soy muy consciente de las enormes dificultades de este pacto, que supondría para el PP romper con Vox. Las bases de los dos grandes partidos lo consideran indeseable. «No pasarán», gritaban los votantes socialistas en Ferraz. Tampoco en Génova suscita entusiasmo después de abogar por la liquidación del sanchismo.

Sánchez afirmó en el Comité Ejecutivo que pretende gobernar. Hacerlo pagando el precio que exigen los independentistas sería una catástrofe para el PSOE y para España.