tiempo recobrado
Parthénope
No hay mejor medio de expresión que el llamado séptimo arte para reflejar visualmente la dimensión temporal de la existencia
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Iniciar sesiónCuando Ulises intentaba regresar a Ítaca después de la guerra de Troya, su barco tenía que navegar por un peligroso pasaje. Circe, la bruja, le advirtió que él y su tripulación se volverían locos al escuchar el canto de las sirenas. Ulises ordenó a sus ... hombres que se taparán los oídos con cera y que le atarán al mástil. Así lograron salir indemnes de la prueba. Dice la mitología que una de aquellas sirenas era Parthénope, que se suicidó tras no poder seducir al héroe griego. Su cadáver fue llevado por las aguas a un lugar en la costa de Italia. Allí se edificó un templo y luego una ciudad: Nápoles.
Paolo Sorrentino se ha inspirado en la figura de Parthénope en su última película. Es el nombre de su protagonista, una joven napolitana cuya vida queda destrozada por el suicidio de su hermano. Y es también el título del filme, que es un emotivo homenaje a su ciudad natal. Sus padres murieron por accidente cuando él tenía 17 años, una tragedia que marca toda la filmografía del cineasta napolitano.
Al igual en 'La gran belleza', Sorrentino no cuenta una historia, en realidad, no cuenta nada, porque el filme es deliberadamente inconexo, un puzle con imágenes que cobran sentido en la secuencia final, cuando Parthénope vuelve a Nápoles tras cuatro décadas de exilio y se reencuentra con su infancia y su adolescencia. Nada es como era, pero todo sigue igual porque la ciudad es eterna.
La película me ha recordado mucho a 'Ocho y medio', la obra maestra de Fellini, que es también una reflexión sobre el paso imparable del tiempo, la memoria y las ocasiones perdidas. Todo es nostalgia en este trabajo de Sorrentino, que echa a volar su imaginación sin ningún freno.
Hay varios momentos en los que Parthénope pregunta a su viejo profesor qué es la antropología. Nunca obtiene respuesta al interrogante hasta que, cuando se van a separar, el maestro responde: «Ver». También el cine es ver. Es ver y es tiempo, los dos ingredientes de la película.
No hay mejor medio de expresión que el llamado séptimo arte para reflejar visualmente la dimensión temporal de la existencia. Y de eso va el filme de Sorrentino: del transcurso implacable del tiempo y de la fugacidad de la vida. Todo pasa o, mejor, todo fluye en palabras de Heráclito.
El sabio griego decía que el camino hacia arriba y hacia abajo son el mismo. Y tenía razón porque todo confluye en la muerte. Esta película heraclitiana está impregnada de la precariedad de las cosas y la fragilidad de la belleza. Si no fuera porque la felicidad es aleatoria y pasajera, la vida no tendría sentido.
Vivir es asumir las pérdidas. Por eso, hay en toda existencia una frustración inasumible como le sucede a la joven napolitana, a la que su madre culpa del suicidio de su hermano. Parthénope es Sorrentino y también todos nosotros.
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