tiempo recobrado
El lado correcto de la historia
Este cliché, al que tanto le gusta recurrir a Pedro Sánchez, implica que hay buenos y malos en la dialéctica de los movimientos históricos
Nada es seguro
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Iniciar sesiónUno de los mitos que ha cultivado la izquierda es el del lado correcto de la historia. Este cliché, al que tanto le gusta recurrir a Pedro Sánchez, implica que hay buenos y malos en la dialéctica de los movimientos históricos y que existe ... una pretendida superioridad moral en quienes defienden las causas 'progresistas'.
No hay más que repasar las atrocidades de Stalin, Mao, Pol Pot, Castro y Kim Il-Sung para tomar conciencia de a dónde conduce el cóctel entre comunismo y líderes mesiánicos. Con una ideología opuesta, caudillos fascistas como Hitler y Mussolini produjeron desastres de terribles consecuencias.
El mito del lado correcto de la historia descansa en una concepción lineal del tiempo que es un tópico. Es cierto que la ciencia y el conocimiento tecnológico progresan y que ello produce una mejora en las condiciones materiales de vida. Pero la historia se desarrolla a saltos, con avances y retrocesos, con el auge y caída de imperios que parecían imperecederos. Giambattista Vico, un filósofo del siglo XVIII, hablaba de los 'corsi' y 'ricorsi', queriendo decir que la historia se desarrolla en ciclos en forma de espiral que resultan imprevisibles.
Claude Lévi-Strauss afirmaba que la historia es un engaño de la razón que tiende a fijar de forma retrospectiva una pauta para entender los hechos. Creía que la genética y los usos culturales tienen un peso sobre los acontecimientos humanos que los historiadores desprecian. La idea del progreso, según sostuvo, es una falacia.
Resulta obvio que quienes se atribuyen hallarse en el lado correcto de la historia tienen una intencionalidad política. Ello les permite desacreditar moralmente a sus adversarios y evitar una autocrítica que resulta innecesaria cuando se está en ese lado bueno.
No deja de ser curioso que todos los dictadores, desde Lenin a Franco, se hayan arrogado la posesión de la razón mientras se dedicaban a perseguir a quienes osaban cuestionar sus dogmas. Salvando las distancias, sigue pasando lo mismo. Sánchez recurre al fantasma de Vox y descalifica a la oposición con el argumento de que su Gobierno es la garantía del progreso y los derechos sociales. O él o el caos.
No quiero decir que todas las opciones políticas sean iguales ni que todos los dirigentes posean el mismo rasero moral. Lo que pienso es que resulta muy peligroso situarse por encima del bien y del mal y atribuirse el monopolio de la verdad.
La democracia se basa en el debate, en la confrontación ideológica y, en última instancia, en que el adversario puede tener razón o, por lo menos, que merece ser escuchado y respetado. La duda es esencial en la política. Como decía Willy Brandt, los gobernantes no son elegidos por Dios y, por ello, son falibles y tienen que escuchar a quienes no piensan como ellos.
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