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El final del sanchismo

Hay tantos elementos que pueden modelar el futuro que resulta imposible cualquier proyección con un nivel razonable de certeza

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Que el futuro es imprevisible es algo que sabemos por experiencia. Woody Allen dijo: «Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida». Eso explica el interés por la pregunta sobre cuándo Pedro Sánchez dará el paso de convocar elecciones. ... No lo sabemos y, seguramente, tampoco el presidente, que ha perdido el control de la agenda política.

Pero hay otras dos preguntas que resultan mucho más relevantes. La primera es si Sánchez sufrirá un castigo en las urnas por su forma de gobernar. Y la segunda, si una derrota implicaría su renuncia a seguir al frente del PSOE y el final de su vida política. Anticipo que no es posible responder con certeza a ninguna de las dos.

Sobre la primera cuestión, no parece descartable que, a pesar de lo que dicen las encuestas hoy, Sánchez pueda volver a gobernar con la coalición que le mantiene en el poder. Su estrategia de polarizar y dividir a los españoles podría dar resultado. No es improbable que el ascenso de Vox, al que han transferido su apoyo un millón de votantes del PP, pueda ayudar al líder socialista a seguir.

En cuanto al segundo interrogante, es también posible que un Sánchez derrotado, con unos resultados en torno a cien escaños, podría mantenerse como secretario general del PSOE y líder de la oposición. Ello sería factible porque el inquilino de La Moncloa ha desactivado a los críticos de su partido y se ha rodeado de una guardia pretoriana cuya supervivencia está ligada a él.

Hasta la fecha, ninguno de los jefes de gobierno desde la Transición logró volver tras perder el poder. La privación del cargo en los casos de Suárez, González, Aznar, Zapatero y Rajoy supuso su final político. Pero Sánchez es una 'rara avis' que ha roto todos los moldes, un superviviente que volvió del exilio, un estratega al que nunca hay que dar por muerto y un dirigente hábil para dar la vuelta a la opinión pública.

En este ejercicio especulativo, también podríamos preguntarnos si la desaparición de Sánchez del escenario traería consigo una profunda renovación del PSOE con un nuevo liderazgo y una vuelta a sus raíces socialdemócratas. Tampoco está claro si el partido, sometido a un cambio de su cultura interna, optaría por romper con el sanchismo o buscaría un líder de similares características tipo Óscar Puente.

El lector que haya llegado a este punto se preguntará por qué formulo preguntas para las que carezco de contestación. Simplemente porque el enunciado de esas cuestiones revela la futilidad de las previsiones y la incertidumbre que late en nuestra vida política. Hay tantos elementos que pueden modelar el futuro que resulta imposible cualquier proyección con un nivel razonable de certeza. Máxime cuando el azar juega un papel no desdeñable en todo lo que nos pasa.

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