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la tercera

Mejorar a Dahl

La clave podría ser, pues, quién protesta, y si alguien quiere hacerlo. Quién está legitimado para denunciar. Porque si quien lo está es parte interesada y tiene piscina nueva, igual no hay mucho que hacer

nieto
Rodrigo Cortés

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No corro el riesgo de pasar por original si me pongo a hablar de Dahl, otros han llegado al circo antes que yo. La tinta empezó a correr cuando la prensa británica alertó de que la editorial londinense Puffin –apéndice de Penguin Random House– se ... había empeñado en mejorar a Roald Dahl, el rey de la literatura adulta para niños. Y ¿qué es mejorar?, se preguntarán ustedes junto a este desnortado escribidor. Mejorarlo es mejorarlo y punto. Corregir errores. Hacer lo que él no supo hacer. Adaptarlo al mundo real, que ha seguido avanzando al ritmo exacto del editorial, que avanza si avanzan las ventas y, si no, no avanza. Puffin ha pensado que Dahl resulta a veces ofensivo, como si con eso descubriera algo, cuando Dahl ha ofendido a alguien siempre, a veces queriendo y a veces sin querer, como cualquiera que no trabaje en Puffin, como hace, por cierto, cualquier niño mientras trata de evitar que otro se lo haga a él. De eso sabía Dahl y de eso saben los niños, que siempre amaron su irreverencia.

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