¿Que te vote Txapote?

Los de la súbita empatía y delicadeza hacia las víctimas se apoyan en la reivindicación de Consuelo Ordóñez –hermana de D. Gregorio–, a quien escuchar el «¡Que te vote Txapote!» le causa un profundo dolor, una banalización de la tragedia que marcó su vida. Por el contrario, Marimar Blanco (hermana de Miguel Ángel, ejecutado por Txapote) ha apoyado, junto con otro centenar de víctimas del terrorismo, el eslogan. ¿Qué hacer ante este dilema? Antes de responder recordemos lo más obvio: la frasecita de marras es popular en un sentido estricto del término, surgió a partir de un hombre gritando a cámara y se volvió viral entre las personas de a pie. Cada cual, con su conciencia y opinión a la hora de utilizarlo.

Vayamos a lo mollar que, como suele ser habitual, pasa inadvertido: a las víctimas se las puede escuchar y ser tomadas en cuenta, pero no pueden tener la última palabra por ser parte implicada. Normalmente se interpreta la ley del Talión como una animalada, pero aquello del 'ojo por ojo' surgió como una forma de regular las condenas. Esta ley entendía que, si a alguien le sacan un ojo, lo natural es que el instinto de venganza lo conduzca más allá: ojo, orejas y dientes. Desde entonces se asume que una víctima no puede emitir veredictos.

En segundo lugar, y si queremos tener en cuenta a las víctimas de ETA, es preciso recordar que estas no se limitan –en un sentido amplio– a quienes perdieron la vida y sus familiares. Lo que diferencia a alguien muerto en manos de ETA de un homicidio por distinta causa son las consecuencias sociales y políticas. Los vecinos de una asesinada por violencia intrafamiliar no permanecen angustiados, temiendo que los próximos podrían ser ellos. Con el terrorismo sí. No sé qué es peor de quienes no entienden esto último: ¿no pueden o no quieren comprender?