Os timan con la brecha generacional. El debate es otro

Supongo que el mensaje ha calado porque tenemos la guardia baja. Tan acostumbrados al blanco y al negro que no sabemos pensar de otra manera. El fenómeno está ahí: hay quien cree que hay un debate. Demasiadas mentes de mi generación están enredadas en él. Discuten sobre mayores con rentas altas y jóvenes pauperizados. Igual ya hay abuelos, aristócratas del Imserso, escondiendo la nómina para no despertar suspicacias. Y veinteañeros mirando sospechosamente a sus abuelos como culpables de su pobreza.

La verdad: como buscadores de responsabilidades en este país no tenemos futuro.

Nunca pensé que tanta gente podría creer que la política económica es una ciencia infusa. Que sucede, no que se impone. Como si las cosas pasaran porque sí y no porque la política económica del país o de sus comunidades –no he venido aquí a hacer partidismo–pueda resultar cortoplacista e ineficaz ante los grandes retos.

Tenemos delante de nosotros los indicios, las pruebas, los números, de la caída del sistema productivo nacional pero mucho mejor señalar al jubilado forrado. Claro, si el nieto mira al abuelo no se fija en el despacho del político. Si no fuera porque es una estrategia de despiste, parecería una advertencia para que nuestros mayores, encima, no dejen de ayudarnos, no vaya a ser que… Cualquiera termine diciendo que la precariedad del empleo de los treintañeros y su imposibilidad de independizarse y acceder a una vivienda son culpa de los seniors –y los 'boomers'–, que se comen los beneficios del sistema.

Igual ya lo ha dicho alguien.

En el debate de si hay una 'silver generation' y unos hijos y nietos en bancarrota que la sostienen no veo el debate. Sólo el naufragio de la economía y unas pocas ganas de atacar la institución familiar. El problema no es que unos cobren decentemente, es que la ruina amenaza por la base. Lo que indica, a gritos, que vamos mal en productividad. Que el modelo económico está desgastado. Que no creamos riqueza. Que somos un país más pobre del que nos han dejado nuestros padres y nuestros abuelos. Y vamos camino de serlo más. Pero luego que si la Economía española va como un cohete. Y mientras miramos al cielo, nos merendamos el cangrejo que se pasea por la mesa familiar.