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pincho de tortilla y caña

Lo de siempre

Lo asombroso hubiera sido que los Mossos cumplieran con su obligación

Telón

Este agosto

Luis Herrero

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La vuelta a la rutina laboral está llena de contrastes. Por ejemplo: impone la necesidad protocolaria de volver al pantalón largo. O al suplicio de la alarma del despertador. O al marasmo enloquecido de los atascos. O a la tiranía implacable de la prisa. Las ... experiencias liberadoras de las bermudas, el despertar natural, la soledad contemplativa o la emancipación de las obligaciones horarias –todas ellas ingredientes básicos de unas vacaciones verdaderamente reparadoras– se convierten en recuerdos melancólicos, como todos los buenos, en cuanto suena el pitido que señala la reanudación del partido. No me quejo. No hay luz sin oscuridad. Los contrastes son necesarios para darle relieve a la existencia humana. Pero eso no quita para que haya algunos que sean más llevaderos que otros. El que yo sobrellevo con más pesadumbre, con gran diferencia sobre el resto, es el del giro argumental de las conversaciones. Pasar de las tertulias sobre el ocaso deportivo de Nadal, el debut titubeante del Madrid de Mbappé, el punto del arroz en las paellas o los efectos benéficos de la posidonia a las de las trapaceras técnicas de supervivencia del sanchismo es un ejercicio de masoquismo intelectual que pone a prueba la resistencia psíquica del ser humano. Al menos, la mía.

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