café con neurosis
Cuando la dignidad parece rebeldía
¿Quién le va a votar a Pilar Alegría en Aragón? Seguramente, su familia. Y Lambán se limitó a intentar salvar el desastre hasta el último suspiro
«La desigualdad está servida»
Diana Morant y la titulitis
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Iniciar sesiónCuando la dignidad parece rebeldía, es que la dignidad no es un artículo frecuente que se encuentre en el mercado de la sociedad, de la misma manera que, cuando alguien protesta por una injusticia, y eso suscita incomodidad en el grupo, no cabe duda de ... que la mayoría del grupo se ha acostumbrado a la injusticia como algo normal.
Sí, claro, hablo de Javier Lambán, un aragonés de la capital de las Cinco Villas, que asumió y representó con entereza lo que en mi tierra llamamos «un hombre cabal». (Mi admirado amigo y periodista, Alfonso Zapater Gil, usó a veces, en las páginas del 'Heraldo de Aragón' y 'Pueblo, el pseudónimo de Fermín Cabal).
No fui amigo de Javier Lambán. Coincidimos en una Feria del Libro, en Zaragoza, en los porches de la avenida de la Independencia, y nos saludamos con elemental cortesía, nada más.
Hubo, antes de ser conocido en toda España, por la defensa valiente de sus opiniones sobre lo que debería ser el PSOE, un detalle que me llamó la atención, por su infrecuencia: cuando era senador y se sometió a votación la ley de Amnistía, propiciada por su partido, no asistió el día de la votación, porque un aragonés justificando el golpe de Estado de un territorio, que fue parte de la Corona de Aragón, no lo entenderían en ningún pueblo de las Cinco Villas. Eso le costó ser observado como un tipo peligroso y una multa de dinero, por no ser dócil y obediente.
Las cinco villas están formadas por Sádaba, Uncastillo, Sos del Rey Católico, Tauste y Ejea de los Caballero, donde nació el caballero Lambán.
Hay una jota de José Ramón Gaspar, que dice así. «Mece el Cierzo cinco rosas,/cinco antorchas encendidas,/cinco nombres, cinco pueblos,/cinco joyas, Cinco Villas».
Nunca he dicho ni escrito que todos los políticos sean iguales. No lo son. Ni los periodistas, ni los ingenieros, ni los seres humanos, por muy diferente que sea su cofradía profesional.
El problema del político es que, por disciplina del partido, y en aras de la unidad, en muchas ocasiones se tiene que tragar un sapo crudo, y los sapos crudos son difíciles de digerir. Pero hay ocasiones, en que el sapo es de un tamaño tan descomunal, o sea, que la mentira es tan evidente, que tragar el sapo no sólo supone ponerse en peligro de vomitar, sino ser cómplice, no de la desunión del partido, sino de su destrucción.
En Aragón conocemos muy bien el talante del secesionismo catalán, su absurdo complejo de superioridad, y su tramposa manera de actuar (véase la recuperación de las obras del monasterio de Sijena). Y nos repugna que un presidente del Gobierno tenga que arrodillarse, cada semana, ante un prófugo de la Justicia para poder ponerse otra vez, de rodillas, la semana siguiente. ¿Quién le va a votar a Pilar Alegría en Aragón? Seguramente, su familia. Y Lambán se limitó a intentar salvar el desastre hasta el último suspiro.
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