café con neurosis
Diana Morant y la titulitis
Nunca había escuchado a una ministra de Universidades despreciar las licenciaturas universitarias
Cómo ser un progresista de provecho
Del PSOE al PSOE
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEs bastante probable que, cuando los padres de Diana Morant ni si quiera se conocían, andaba este articulista trabajando en Radio Gandía, una bella ciudad que, como Valencia, siempre ha vivido de espaldas al mar y de cara a los naranjos. Tomo este apunte biográfico ... para confesar que casi todo lo que viene de Gandía cuenta con mi simpatía y atención. Casi todo. No todo.
Escucho y leo, a menudo, ironías y críticas sobre el fervor hacia los títulos universitarios, e incluso yo mismo he podido participar en alguna, pero nunca había escuchado a una ministra de Universidades despreciar las licenciaturas universitarias, y considerarlas menos relevantes que la experiencia o la militancia para desempeñar un cargo público. Porque con ello no sólo desdeña lo que tanto cuesta conseguir –una licenciatura– sino que menosprecia también el trabajo de los políticos, poniendo de manifiesto que no es necesaria ninguna preparación para ocupar un cargo público. Y actualmente eso es evidente, pero no sucede en la Unión Europea, ni fue nunca así en la dictadura franquista. Recuerdo una tarde no hace mucho, en la redacción de Cope en Madrid, decir a un grupo de jóvenes redactores que, en tiempos de Franco, nunca hubo un director general en la Administración que careciera de licenciatura universitaria, y se me quedaron mirando con suspicaz asombro, creyendo algunos que me equivocaba. No me extrañó, porque desde portavoces parlamentarios en el Congreso (antes de los Diputados) hasta ministros, ya se han dado casos.
Y es cierto que el título no garantiza inteligencia, talento, creatividad, ni dignidad –y he conocido a muchas personas que, a pesar del título, no habían logrado salir del sector que denomino 'tontos contemporáneos'– pero también los hay, y puede que en mayor porcentaje, entre los que no quisieron, o no pudieron, estudiar.
El problema de las Universidades no estriba en que un conmilitón de la ministra mienta o falsifique su titulación, sino que a su ministra no le preocupe que en la última clasificación que conocemos, la de Shanghái 2023, no haya ninguna universidad española entre las cien mejores del mundo. Ni una. Y España está en el puesto 2º, en turismo; en el 11º por el país más influyentes; el 22º en riqueza; y uno de los mejores en infraestructuras de transporte (a pesar del Apagón).
Comprendo que la ministra, que lleva militando en un partido político desde los 21 años, crea que las reglas que rigen la sociedad son las mismas que las que se ejecutan en los partidos, pero no siempre es así. Por ejemplo, cuando presentó su candidatura a ser secretaria general de su partido, en Valencia, había dos aspirantes más. Y el secretario de Organización del PSOE, un tal Santos Cerdán, llamó a los aspirantes a Madrid, y sentenció que la candidata fuera Diana Morant. El tal Santos Cerdán, casualmente, no tiene título universitario, y está en la cárcel. Pero no será por eso su desprecio a las licenciaturas universitarias. Digo yo, vamos.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete