café con neurosis

Argentina, Venezuela, Israel...

Un día nos quedamos sobresaltados porque un grupo terrorista, Hamás, agradece a nuestro presidente su postura de apoyo

Espías bajo palabra del dictador

El martirio del mediador

Para las personas ignorantes de la ciencia de la diplomacia, que aplicamos el sentido común a los acontecimientos, resulta bastante difícil entender la política exterior del actual Gobierno. Un día nos quedamos sobresaltados porque un grupo terrorista, Hamás, agradece a nuestro presidente su postura de apoyo ... en el conflicto permanente que mantiene con Israel. Otro día parece que estamos a punto de romper relaciones diplomáticas con Argentina. Es cierto que el presidente argentino no es un ejemplo de cortesía y buenas maneras, pero la reacción fue tan rápida y virulenta como calmada, paciente, y aparentemente comprensible, es la que el presidente y el ministro de Asuntos Exteriores mantienen con Venezuela. Al grosero golpe de Estado del Dictador, en las últimas y fraudulentas elecciones, parece que respondimos con una cortesía insuperable. Eso sí, bastó que una ministra del Gobierno denominara dictador al Dictador para que el Dictador llamara al embajador de España y a la embajadora de Venezuela en España. Llamar dictadura a una dictadura es tan coherente como denominar puta a quien ejerce la prostitución. Entiendo que a las putas y a los dictadores esta coherencia lingüística no les agrade, pero se deben aguantar.

Naturalmente yo rechazo las murmuraciones interesadas de todo tipo en las que se insinúan, desde los intereses crematísticos de Zapatero, hasta los misterios de un apoyo insólito. Es cierto que jamás un expresidente de Gobierno español ha zascandileado tanto, y durante tan tiempo, con un dictador cruel. Pero saltando por encima de sospechas y calumnias, la mano derecha del Dictador, Delcy Rodríguez, no se paseó nunca por el aeropuerto de Heathrow, en Londres –o el aeropuerto de París, o el de Fiumicino de Roma– con una veintena de maletas cuyo contenido a lo mejor conocemos en la nueva etapa de transparencia que nos han prometido. Tampoco me imagino a ningún embajador de cualquier país de Europa en Caracas recibiendo en su residencia a esa mano derecha del que encarcela y ordena asesinatos –y emplea los votos como útil papel higiénico– para que convenza, con extorsiones y amenazas, a un hombre de 75 años, ganador de las elecciones, y al que la Dictadura prefiere fuera de Venezuela… o muerto.

Los que somos unos ignorantes, contemplar a los enviados del cruel Dictador ejercer presiones sobre un hombre acorralado –¡en la residencia del embajador español!– nos cuesta entenderlo, y es bastante lógico que caigamos en la sospecha. Sobre todo, cuando esa celeridad para sacar de Venezuela a quien incomoda al Dictador se acompaña de la lentitud, y enorme pachorra, exhibida ante el secuestro de dos ciudadanos españoles, ordenadas por ese Dictador. ¿Se imaginan cuál hubiese sido la reacción de Francia, Reino Unido o Alemania ante un secuestro semejante? Esa discriminación de velocidad y eficacia es la que alimenta las sospechas. Cada día más.

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