café con neurosis
La amenaza del violador
En cuanto los huidos que habían atravesado la frontera volvieron, y los presos salieron a la calle, absolutamente todos, sin ninguna excepción, declararon que volverían a violar
Lecciones de dignidad
Burocracia hasta la muerte
No hay nada más desagradable que escuchar a un violador perdonado declarar, con violenta firmeza, que volverá a violar y a cometer el mismo delito.
En aquel país, tan raro y peculiar, los violadores de una de las regiones habían formado dos partidos políticos. ... Uno de ellos aparentaba ser menos agresivo que el otro y, ambos, se odiaban y se ayudaban, porque compartían los mismos objetivos, pero detestaban al aparente compañero de violación, porque ambos disputaban el poder de ejercer la violación sin la colaboración del otro.
En aquel país, tan raro y peculiar, el presidente del Gobierno, que encabezaba una coalición de partidos extremistas, necesitando los votos de los dos partidos violadores, decidió conceder una amnistía paran que volvieran y salieran de la cárcel los huidos y condenados, argumentando que eso traería la calma al país, y ya nadie tendría que estar asustado por los violadores, que se convertirían en pacíficos ciudadanos.
En aquél país, tan raro y peculiar, en cuanto los huidos que habían atravesado la frontera volvieron, y los presos salieron a la calle, absolutamente todos, sin ninguna excepción, declararon que volverían a violar, que ya estaban empezando a recuperar la violación donde la habían dejado, y –lo más asombroso– el principal partido del Gobierno, colaboraba con los violadores, y nadie, ninguno de los ministros, sintieron la vergüenza, la enorme vergüenza, de comprobar que el perdón a los violadores, basado en que esa piedad les volvería mansos y normales, había fracasado estrepitosamente y, al contrario, se habían transformado en más chulos y más desafiantes.
En aquél país, tan raro y peculiar, algunos creyeron que ese desafío hiriente y grosero desataría una apasionada defensa, una indignación extendida por todas las capas sociales, ante la torva e inquietante intimidación, pero sucedió que se asimiló como una fanfarronada de taberna, a pesar de que el Gobierno seguía negociando con los amenazadores, y ya estaban a punto de acordar que los niños del territorio hablaran el idioma exclusivo de los violadores, con el enorme peligro de que el idioma único les sirviera para formarse como violadores futuros.
En aquél país, tan raro y peculiar, no se había perdido el sentido patriótico, y colectivamente la tribu vibraba ante su selección nacional de fútbol, y se alegraba y se apenaba, según se cosechaban triunfos y derrotas. Sin embargo, los violadores anunciaban que volverían a cometer el mismo delito, con total impunidad, como si sus conminaciones no albergaran ningún peligro, incluso a pesar de que ya se anunciaba que los violadores pagarían menos impuestos que la inmensa mayoría de lo ciudadanos. Y, aunque algunos sentían consternación ante este acobardamiento social, y se rebelaban ante esta injusta discriminación que favorecía a los violadores y perjudicaba a quienes se comportaban correctamente, las insólitas amenazas seguían formando parte de la vida cotidiana de aquel país, tan raro como peculiar.